@@CLIMA@@

Matrix

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

“La Matrix está en todos lados. A nuestro alrededor. Aun aquí, en este mismo cuarto. La ves cuando miras por la ventana o cuando enciendes el televisor. La sientes cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que te han puesto sobre los ojos para cegarte a la verdad. Que eres un esclavo”, explica uno de los personajes de la película Matrix (EUA, 1999), reflexión que abre un debate sobre la forma como el hombre permite y se permite vivir en una prisión, metafóricamente hablando, que no le deja pensar, cuestionar, proponer para avanzar o progresar, pues está diseñada para mantenerlo cautivo, de pensamiento y acción (con énfasis, quizá a propósito, quizá no, en ciertos puntos clave a partir de los cuales es posible el control social: los medios de comunicación [televisor e internet] y de producción [trabajo], los gubernamentales [impuestos y educación] o las instituciones religiosas [iglesias], entre otros).

Escrita y dirigida por las hermanas Wachowski, y protagonizada por Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Hugo Weaving y Joe Pantoliano, la historia trata de un hacker, Neo, quien descubre que el mundo moderno en el que vive no es en verdad la realidad social, sino un programa de simulación de software al que está conectado. La Matrix es una prisión virtual, de la que Neo tiene que despertar para, muy literalmente pero también simbólicamente, abrir los ojos a la verdad, o lo que es lo mismo, darse cuenta del engaño con el que se le somete y se le utiliza, en este caso, en beneficio de la inteligencia artificial que controla al mundo existente.

Las ideas del trasfondo parten hacia un sentido más reflexivo, más profundo hacia el conocimiento de quiénes somos y cómo podemos saber la esencia de las cosas que nos rodean, comenzando por la pregunta: ¿Cómo puede una persona saber que algo es real? ¿Porque lo ve o lo siente? ¿Porque lo ‘vive’? ¿Y qué significa eso? “¿Alguna vez tuviste un sueño que jurabas que era real? ¿Qué tal si no pudieras despertar de ese sueño? ¿Cómo sabrías la diferencia entre el mundo del sueño y el real?”, le pregunta Morfeo, el hombre que le muestra a Neo la realidad de la Matrix.

La historia habla entonces de las barreras que construimos y por las cuales la sociedad se limita; cómo el hombre avanza por inercia, mira pero no observa, respira pero no siempre vive. Si supiéramos que vivimos en una prisión disfrazada, ‘embellecida’ por una capa que no deja ver los rincones (no tan relucientes ni perfectos) de la verdad, ¿haríamos algo por salir y liberarnos, o seguiríamos el juego con tal de seguir en la ignorancia pero felices?

La pregunta se le plantea a Neo una vez que le muestran el camino hacia el conocimiento. Las herramientas para evolucionar están ahí, pero es él quien tiene que tomarlas y elegir hacer algo con lo que sabe. No basta con saber la verdad, que es el primer paso, sino que se requiere tomar acción, hacer algo al respecto para alcanzar ese cambio que se anhela.

Neo es ‘el elegido’, el salvador, porque supuestamente tiene el poder de liberar al resto de las personas subsumidas en su ‘mundo virtual’, con su eco, cada vez más evidente y absorbente en cuanto a ‘vivir en la red’ se refiere (personas abstraídas en el chat de su celular, los videos compartidos y las publicaciones hechas en redes sociales, entre otras cosas); pero Neo no es más que alguien capaz de ver más allá de lo evidente, de analizar. En términos prácticos, Neo salva su vida y sus acciones permiten que otros tengan la puerta abierta para hacer lo mismo.

“¿Crees en el destino, Neo?”, le pregunta Morfeo. “No. No me gusta la idea de no controlar mi vida”, contesta él. Cada quien tiene poder sobre sus decisiones y debe tomar responsabilidad de ellas, pero, más importante aún, la vida no es algo ‘escrito’ que sólo se vive porque así está estipulado, la vida es elegir, equivocarse, levantarse y continuar el camino. Que Neo sea llamado ‘el salvador’ parece como si se le pidiera cumplir su ‘destino’ (alude a un pensamiento metafísico o religioso), pero tal vez lo importante no es que Neo ‘sea el salvador’, sino que al creerlo, y que otros lo crean, le y les da una fe, algo por qué luchar, una esperanza, un objetivo, una motivación para tomar las decisiones de vida que permitan alcanzar sus metas. “Hay una diferencia entre conocer el camino y recorrerlo”, insiste Morfeo.

“La Matrix es un mundo soñado generado por computadora con el fin de convertir al ser humano en esto (una pila o batería)”, explican sobre ese mundo virtual en el que viven las personas, esa simulación de la realidad que aceptan como verdadera, esa proyección editada, alimentada por el imaginario deseado. No es un mundo perfecto o ideal, es más bien un mundo funcional, que permite a los creadores del programa malear y manipular a aquellos a los que engañan: el hombre.

“Una prisión para la mente”, describen también, hablando de que este mundo, en donde el escenario es sólo una mentira bien ensayada, es, al mismo tiempo, la vía por donde se enajena al humano. Es decir, que cada elemento existe para que la gente no pregunte por qué está ahí, sólo lo acepte. El agente Smith, un programa que trabaja para la Matrix, dice que años atrás existió otra Matrix en la que todo era ‘perfecto e idílico’, pero simplemente no funcionó. “Fue un desastre. Nadie aceptaba el programa”, dice Smith. Se eligió entonces crear otro programa, más parecido a la sociedad moderna actual (en la película, de finales de siglo XX), que permitiera a las personas ‘funcionar’ de la forma más ‘fácil’, como si el humano estuviera predispuesto a ciertas ideas y lo más sencillo fuera vivir dentro de los límites de esas barreras, lo que de alguna forma significa no cuestionar, no cambiar, no luchar por mejorar, sino seguir la corriente, vivir en estado de conformismo.

Pero no cuestionar puede significar muchas cosas, quizá: No hablar sobre los pros y los contras de los sistemas de gobierno, no intentar mejorar las relaciones humanas, conformarse y dar la espalda a los problemas sociales o aceptar las injusticias y la corrupción, por mencionar algunos ejemplos. ¿Es que el hombre vive en su Matrix, incluso si no es como la de la película? Y en ese sentido, ¿acaso no el humano está creando su propia realidad virtual, en la que todo es digital, desde transacciones hasta relaciones entre personas, como forma para escapar de su propia realidad? Y como en la película, en lugar de mejorar su sociedad, dentro de esta dinámica digitalizada, lo que hace es repetir los patrones relacionales que se rinden obedientemente a unos cuantos que manejan los hilos, a través de patrones de competencia y superficialidad (la banalidad del ser que deja de ser ‘humano’), para convertirse en la versión virtual de sí mismo, con todo y sus filtros de por medio.

Qué es la Matrix, sino una forma de explicar un mundo en el que las personas permanecen dóciles de pensamiento y que, muchas veces sin darse cuenta, su subsecuente falta de acción asertiva y crítica beneficia a esa misma fuerza que los mantiene doblegados, en el sentido de aceptar sin cuestionar, o claudicar ante el problema en lugar de buscarle respuestas.

Por otra parte, la Matrix, en el futuro distópico en que se desarrolla la película, es creada por máquinas de inteligencia artificial que necesitan del hombre como fuente de energía. El humano como presa de la máquina, que lo supera, que lo vuelve esclavo, incluso si el hombre no se da cuenta, o que piensa que tiene el control, es una realidad que no dista mucho de lo que se vive en la actualidad. ¿Cuantas personas no son, de alguna forma, presas de una máquina? El simple acto de intentar recordar un número telefónico sin recurrir a consultar su teléfono celular, o aprender, informarse, relacionarse y convivir sin una red social de por medio, hablar cara a cara y no a través de un chat, entre muchos otros; todas constantes que quizá se vivan más frecuentemente de lo deseado.

No es decir que toda la tecnología es mala o que conlleva negatividad por su sola existencia, es decir que si se le da tanta fuerza y poder a la máquina sobre el hombre y su vida, el hombre deja de ser importante en la ecuación. El llamado de Neo es un llamado a una ‘rebelión contra las máquinas’, a destruirlas de alguna manera, pero sólo aquel lado que pone en peligro el desarrollo del hombre, su existencia misma. Morfeo y su equipo usan máquinas para aprender y pelear, pero en el caso opuesto, el agente Smith es un programa que se esparce como un virus, aniquilando. El problema entonces no es la tecnología, sino la forma como se usa, como se programa, como se le empuja a ‘existir’, creándola, y luego olvidándola, a favor del siguiente invento más novedoso (todo en nombre del progreso y desarrollo).

En este mundo distópico, el planeta es sólo una sombra de lo que alguna vez fue, prados, bosques y mares destruidos, grandes ciudades reducidas a escombros, ya inhabitables y que han llevado a lo que queda de sus habitantes a vivir escondidos bajo tierra. Un mundo tan mal, en su organización, en su ecosistema, en su sociedad misma, que es más fácil escapar de él y vivir en la realidad virtual y digital, que hacer algo por cambiarlo, por mejorarlo. Neo y compañía se rebelan, luchan y ‘despiertan’, se esfuerzan por saber, por conocer al mundo real y por transformar la forma en que viven, pero ¿a qué costo o arriesgando qué? En sus zapatos, ¿elegiríamos la pastilla azul (permanecer en la mentira), o la roja (descubrir la verdad y, sin marcha atrás, afrontar las consecuencias)? En efecto, no es lo mismo conocer el camino, que recorrerlo.

Ficha ténica: Matrix - The Matrix

Fotos más vistas en 15 días