@@CLIMA@@

¿Qué le pasó a Lunes?

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Identidad se refiere a todas aquellas características propias de una persona o conjunto colectivo. Son las particularidades específicas que los identifican y distinguen, así que gracias a dichos atributos o rasgos que los representan, los individuos y los grupos sociales se distinguen diferentes y únicos. ¿Cómo aprende el hombre a reconocer su propia identidad, valorarla y crecer gracias a ella? El proceso mediante el cual el individuo adquiere conciencia de sí mismo, de cómo se percibe ante los demás, es el proceso constitutivo de la personalidad. Desarrollarlo es indispensable no sólo para evolucionar, también para entender que la trascendencia del ser reside en qué puede hacer en o para su futuro, lo mismo que en saber qué hará ahora, con su presente, pues es esta personalidad lo que lo hace diferente, lo que lo conduce a actuar y reaccionar de manera particular ante circunstancias y hechos que se le presentan, toda vez que en ella se expresa la capacidad de pensar, de sentir, de comunicar.

No hay dos personas iguales porque no hay dos vidas iguales, por mucho que alguien comparta semejanza con otros, en su actuar, forma de pensar o características físicas; esto es, la identidad se conforma de experiencias, decisiones, condición social, estilo de vida, expectativas, sueños, dudas, conocimiento y entorno, entre otras cosas más. En ¿Qué le pasó a Lunes? (Reino Unido-Estados Unidos-Francia-Bélgica, 2017), la historia se centra en siete hermanas idénticas que fingen ser la misma persona, Karen Settman; a fin de no ser detectadas por un gobierno autoritario que ha decretado ilegal tener más de un hijo, debido a la sobrepoblación que ha traído consigo varias consecuencias, incluida la casi extinción de los recursos naturales disponibles para sobrevivir, lo que directamente impacta en la calidad de vida a la que aspiran los ciudadanos.

Dirigida por Tommy Wirkola y escrita por Max Botkin y Kerry Williamson, la película está protagonizada por Noomi Rapace, Willem Dafoe, Glenn Close y Marwan Kenzari. La historia comienza en 2043, cuando Terrence Settman asume hacerse cargo de las siete hijas de su hija, fallecida durante el parto. Decidido a cuidar de ellas sin sacrificar la vida de ninguna, toma las medidas necesarias para no ser descubiertos, ya sea adaptando en su departamento un escondite para todas, en caso de una inspección inesperada, u organizando una rutina para que cada niña pueda dentro del departamento desarrollar su propia identidad, pero en el exterior aparentar la misma, la de Karen.

Para 2073, 30 años después, ante los ojos del mundo Karen es una empleada de un banco. En secreto, las siete hermanas mantienen la rutina planeada por Terrance y sólo salen de su departamento-escondite el día que corresponde a su nombre: Lunes sale los lunes, Martes se convierte en Karen cada martes, Miércoles cuando es día miércoles y así sucesivamente hasta llegar a Domingo. Las siete permanecen bajo un acuerdo colectivo sobrentendido, regido por reglas concretas que aseguran su supervivencia, pero que encuentra un espacio para su desarrollo y libertad. Tienen mentalidad, perspectiva, puntos de vista y personalidad diferentes, que las distingue entre ellas e identifica como individuos independientes, pero que han aprendido a esconder o suprimir, ya que fuera de su espacio compartido todas tienen que aparentar ser Karen. Esto pesa particularmente en varias de ellas, pues mientras algunas se mantienen al margen de la rutina, conformes con lo que tienen y la vida casi monótona que implica su ciclo semanal, en otras afecta más tener que apegarse a ser una misma, algo que sienten como una prisión simbólica que limita no sólo su independencia, sino también su identidad, incluyendo sus expectativas a futuro, deseos y anhelos, o la posibilidad de crecer y convertirse en una versión bien definida que añoran para sí mismas.

Específicamente esa es Jueves, la más rebelde y autónoma, quien se atreve a evaluar su realidad y criticar su entorno, especialmente a su gobierno, del que se queja por ser represivo, por aplicar medidas de control que son la causa del tipo de vida en que está obligada a vivir. Tanto ella, como en cierto punto Lunes, entienden, porque lo viven, que si el gobierno dicta leyes sin conocer la realidad de las condiciones de vida de la población a las que se les impone, el resultado serán levantamientos e inconformidad, protesta y la necesidad de romper las leyes a favor de aquello que les importa, sus familias, con énfasis, específicamente, en aquellas madres o mujeres embarazadas que esconden a sus segundos o terceros hijos por miedo a que sean sometidos a la medida que el gobierno toma para ejercer sus planes de control de población, con el supuesto fin de ‘salvar a la humanidad’; es decir, enviar a todos esos niños ‘de más’ a cápsulas de criogenización.

La promesa es más idílica que realista, pues mantener en estado de sueño a los niños “sobrantes” para, en un futuro, cuando el problema de sobrepoblación y falta de recursos en el mundo se resuelva, despertarlos, es algo más deseable que probable. La mentira recae en el juramento de que se les dará una oportunidad, pero la realidad de que eso sea posible es casi inexistente, porque el panorama para la resolución del problema no parece viable ni a corto, mediano o, al menos, a largo plazo. Más preocupante aún es que la promotora del proyecto, la doctora Nicolette Cayman, plantea la solución a partir de una mano dura, fatalista y cruel, inhumana. Cayman insiste que la medida ayudará a salvar al hombre, bajo la lógica, que razona matemática, pero no humanitariamente, de que se tienen que tomar medidas drásticas para reducir el índice de población, si lo que se quiere es salvar el planeta, y por ende al hombre.

Cayman no parece estar del todo en el lado incorrecto de la situación; es cierto que es necesario tomar decisiones difíciles y el control del problema, con medidas que no le den vueltas al asunto, sino tomar soluciones. Pero como persona con miras en el poder, ahora que se postula como candidata al Congreso, su camino se inclina a mantener, más que estricta disciplina que ponga orden, una contundente inflexibilidad y opresión que imponga la disminución del crecimiento poblacional, sin ninguna consideración ética. La opinión pública se divide todavía más cuando se pone en perspectiva que el hombre mismo ha sido el causante del problema, una vez que el aumento de nacimiento de gemelos, trillizos y embarazos de más niños simultáneos, resulta de la experimentación transgénica en alimentos, que resuena directamente en la modificación a la evolución humana. “La solución ahora alimenta el problema”, expone Cayman, para recalcar el error y la culpa y usarlos como pretexto para asustar, intimidar y así mantener cautiva y oprimida con autoritarismo a la población, a la que le exige trabajar en conjunto para solucionar la perspectiva a futuro, pero sin dejar realmente espacio para darse cuenta de las dimensiones del problema, sobre todo en aquellos a quienes la realidad no toca directamente a su puerta, la clase pudiente, toda vez que la mayoría de los embarazos clandestinos y familias con más de un hijo se ubican en los barrios pobres.

Lo que Cayman no cuenta es lo que termina por derrumbar su sistema de orden, o más bien de control. Al enterarse de la realidad, esto es, que las cámaras de criogenización son falsas, pues se trata de hecho de cápsulas de cremación, la ciudadanía mira horrorizada una verdad que ha dejado (cómodamente) escapársele de las manos. Tiene tanta culpa Cayman como la gente que la respalda, como las personas que no dicen nada y prefieren mantenerse en la ignorancia, a partir de la lógica de que la ley pretende la búsqueda del bien común, y que, sin que se den cuenta o asuman la responsabilidad de permitir que suceda, ha derivado en un régimen de absolutismo radical, vigilando al extremo y con contención y castigo, al grado que las libertades y derechos humanos se ha perdido por completo.

Jueves es más consciente que las demás por la capacidad propia de ver y entender su contexto, algo que las otras no han adquirido, porque no ha habido algo que haya marcado un despertar importante en su forma de ver y analizar al mundo. Para Jueves esta experiencia llegó de niña, cuando salió sin permiso, se rompió un dedo y en consecuencia sus hermanas tuvieron que ser sometidas a la misma lesión, para la uniformidad en las siete de la personalidad pública: Karen. Así, Jueves no es sólo más consciente, sino también más crítica de su entorno, realidad de vida, contexto social y papel o función en el mundo y en la dinámica entre ellas, porque ha vivido en carne propia la importancia de responsabilidad y consecuencias, decisiones y acciones.

Domingo es demasiado pacífica como para decir algo; Martes sigue a los demás y evita el conflicto; Miércoles es leal, impulsiva y agresiva, pero vive sólo en el momento; Viernes es callada, inteligente pero insegura; y Sábado es superficial, despreocupada y se esconde tras las apariencias. Todas mantienen una vida tranquila y común, con sus propias opiniones, dudas, pasatiempos y habilidades que adaptan a su realidad, sin queja y con cierta sumisión, porque esa es la cotidianeidad sin contratiempos que han vivido. No es que esto esté del todo mal, es que mientras la realidad del mundo no toque directa y significativamente su persona, mientras no haya retos que superar ni caídas de las cuales levantarse, no hay forma de que se construyan una visión crítica de él (que es lo que pasa a muchas personas en la realidad actual, pasivas mientras habiten un mundo simplificado, que simplifica así su propia existencia).

La excepción como Jueves, es Lunes, alguien que parece llevar a la perfección la careta llamada Karen, lo que la pone en enemistad con Jueves, que le reclama que tanta ‘perfección’ se vuelve la medida con la que las demás son comparadas; hasta que la inconformidad y resentimiento de Lunes hacia este estilo de vida y, por correlación, hacia sus hermanas, encuentra el punto límite y decisivo que la obliga a tomar una decisión significativa en que priorizará algo que considera más importante: ella misma y su propio futuro (ya que está embarazada). Lunes odia tener que ser ejemplo para las demás, algo que su padre le recalcó desde niña, y también que al cargar con esta responsabilidad, reclama que el resto no sea como ella; no como Karen, sino como el molde que ella impone en relación a Karen, como mayor de las hermanas y por ende, indirecta o auto-asumida, la líder.

La presión, rechazo y rencor hacia una vida ‘falsa’, porque imita ser alguien en lugar de ser quien quiere ser, fluyen hasta explotar en una decisión impulsiva y falta de solidaridad que Lunes aprovecha para, en lugar de pedir ayuda, castigar y tracionar a las demás. Lunes detesta en grado de envidia la despreocupada existencia a la inercia que asume viven sus hermanas y que, como mayor, siempre tiene que contrarrestar ella, por lo que tacha de egoístas a las otras. Su respuesta es aún más individualista, algo que aprende indirectamente de Cayman, su ley de sólo un hijo por familia y hasta su propuesta de deshacerse de las otras Settman, una misión a completarse en secreto para que la política no pierda ‘credibilidad’ ante el ojo público, ya que descubrirse que hay siete hermanas viviendo en secreto por 30 años, evidenciaría que su plan y poder de liderazgo no son perfectos.

La exasperación de ambas, Lunes y Jueves, no es gratuita; en efecto, viven limitadas, no sólo por el espacio físico encerrado en el que deben pasar seis días a la semana, sino porque por mucho que se permitan ser sí mismas durante esos seis días, no hay más de dónde crecer como individuos. Y su inconformidad no es sino resultado de las condiciones sociales en que viven. Entablan relaciones, se desempeñan en su empleo y conviven con las personas, pero no como quienes son, sino como el mundo cree que son, en este caso, se muestran como Karen Settman. Aunque el escenario que transitan es el mismo, su reacción no lo es; Karen podrá encontrarse todas las mañanas con el conserje de su edificio, pero Lunes no le preguntará o dirá lo mismo que hace Martes, o Miércoles, o cualquier otra, porque cada una pensará una pregunta diferente y tendrá una reacción y conducta distinta hacia él. Lo mismo aplica hacia otras relaciones afuera, en el trabajo y en la calle, situaciones de socialización, exposición, convivencia, iniciativa y hasta decisiones de vida.

Al comenzar a preguntarse quién es Lunes realmente y qué tanto confiarían una en otra, que es la base de su plan de supervivencia, lo que se evidencia es la gran diferencia que hay entre ellas, incluso coincidiendo en tanto y por tantos años, intentando ser una misma o viviendo bajo el mismo techo y muchas de las mismas experiencias (trabajar en el mismo banco, conocer a la misma gente, platicar con las mismas personas). En el fondo cada una tiene su propia subjetividad, que se traduce en anhelos, dudas, sentimientos o temores diversos, incluso encontrados. ¿Qué tanto se conocen finalmente cada una a sí misma y qué tanto se conocen entre ellas? El ejercicio de reconocerse en el mundo es una forma constante de crecer como personas, pero no va separado del contexto social que rodea al individuo. Si el hombre se conoce, conoce a los otros y conoce el mundo, sólo entonces podrá cambiarlo.

Ficha técnica: ¿Qué le pasó a Lunes? - What Happened to Monday

Fotos más vistas en 15 días