Día de Muertos, verbena popularCon tristeza y recargada en un viejo árbol de pirul, Refugio comenta que sólo en estas fechas visitan a su padre, pues para ella le resulta muy complicado y triste venir desde Torreón a traerle flores a sus padres.Aún los primeros rayos del sol no salían cuando, uno a uno iban llegando los miles de matamorenses al panteón municipal.Como cada año, acude la tierra de los muertos para poder darle de comer a los vivos. “Hay que aguantar por la familia, todo es por ellos, tengo dos hijas, no creo que sigan con el negocio porque mi intención es que estudien y se preparen”, dice Baudelio.Bajo el extenuante sol y armado sólo con su machete, el señor Baudelio Moreno corta una a una las cañas de azúcar para venderlas en el panteónPara enfrentar el proceso de duelo, ante la pérdida de un ser querido, el psicólogo, José Antonio Miranda Hernández, recomienda reflexionar y dar un sentido al fallecimiento.Señala que, debido a las raíces católicas y judeocristianas, el tema de la muerte se aborda entre los ciudadanos como el paso al más allá, basado en la religión, es brindar un sentido a la defunción de una persona como la forma de trascender.El psicoterapeuta explica que la cultura mexicana tiende a satirizar la muerte como una forma de enfrentarla a un mecanismo de negación de la realidad, cuya finalidad es aceptarlaSin embargo, muchas personas se quedan en la primera o segunda fase por tiempo indefinido, al no enfrentar la pérdida de un ser querido.El proceso de duelo tiene diversas etapas: la negación, el enojo y, finalmente, la aceptación, dice el psicólogo, José Antonio Miranda Hernández. Sin embargo, muchas personas se quedan en la primera o segunda fase por tiempo indefinido, al no enfrentar la pérdida de un ser querido.Decenas de comerciantes, desde las primeras horas del día, se fueron instalando a las afueras del panteón, algunos otros ya estaban instalados desde el domingo por la mañana."Se van pero no se olvidan, por eso venimos con devoción cada año, es el único día que viene uno hasta acá a ponerle agüita y arreglar un poquito”, dice Felipa García, quien hace cuatro años la mala fortuna le arrancó a su esposo de nombre Apolonio Montañés. Perdió la vida al sufrir un accidente en el vehículo en el que viajaba por carretera.No es raro ver a los niños masticar incansablemente los pedazos de caña de azúcar por doquier ni a los vecinos, que tras arreglar las tumbas, deciden reposar sobre la sombra de algún árbol en compañía de la familia a la hora de la comida.A los alrededores hay gente vendiendo flores, gorditas, refrescos, cocos, aguas frescas, tamales y lonchesUn extraña mezcla entre el sufrimiento de recordar la pérdida del ser querido y la alegría de la verbena popular se respira en el camposanto mientras se convive con los muertos.Es dos de noviembre. Los difuntos son visitados por familiares que vienen desde distintos ejidos a rendirles tributo.Hace calor. Desde la orilla de la carretera, ya sea a pie o aglutinados en una “troca” puede verse a hombres, mujeres y niños soportando la luz del sol mientras caminan cargados de flores; curiosamente para quien no puede olerlas.
