Sobre el reportaje “Historia de la PVC”
Dr. Luis Alberto Vázquez Álvarez: Escuchándolo en la radio y leyendo su artículo en el Siglo de Torreón en el cual desarrolla la historia de la Preparatoria Venustiano Carranza nos hemos sorprendido de su exacta memoria y de los minuciosos detalles con los cuales describe a cada uno de los directores y algunos maestros de tan querida Institución.
A cada uno de ellos los recuerda usted -según percibimos en la lectura- con nostalgia, alegría y agradecimiento, mencionando algunas características notables de su carácter y vocación, virtudes o cualidades eternamente recordables, empeños o logros que aportaron a la gloriosa Institución, o bien una que otra anécdota entrañable para usted y sus compañeros.
Por todo lo anterior nos hemos quedado pasmados cuando al mencionar en su artículo al Dr. Manuel Ramírez Mijares, Director de la Preparatoria Venustiano Carranza durante el período 1965-1968, lo hace usted de una manera fugaz e insignificante como para cumplir un mero requisito.
Me he sorprendido de que aún con su excelente memoria, no haya usted ni siquiera recordado que el Dr. Ramírez Mijares junto con el Ing. Ricardo Mijares Salinas fueron los autores de las famosas “Academias de Química”, que eran usadas por los alumnos como Cuadernos de Trabajo para la materia del Laboratorio de Química, que dicho sea de paso el aula del mencionado Laboratorio de la antigua P.V.C. fue bautizada en vida con su nombre en un acto especial en el cual se develó la placa: “Laboratorio Dr. Manuel Ramírez Mijares”.
Si se me permite un dato extra (fuera de la Historia de la PVC, así como usted añade muchas anécdotas personales a su relato) comentaría que el Doctor Manuel Ramírez Mijares durante toda su trayectoria como docente, directivo y médico no solo en la PVC sino en su completa actividad laboral en otros ámbitos e instituciones, se distinguió por ser un hombre íntegro y cabal con un alto grado de vocación de servicio y ayuda humanitaria, la cual es recordada por ejemplo en Cuencamé Durango, localidad a la que el doctor acudió por años cada ocho días a ofrecer consulta y medicamento gratuitos a los pobladores que así lo requirieran.
Esta su actividad humanitaria en Cuencamé fue varias veces mencionada por el periodista Miguel Ángel Ruelas (q.e.p.d.) en su muy leída columna “De la Vida Misma” en el Siglo de Torreón, en la cual en más de una ocasión también agradeció haber sido atendido de una afección nerviosa por el doctor, al cual -según relataba Don Miguel- consideraba ya -después de tantas sesiones- como un amigo.
Este último dato extra es un recuerdo de quienes conocimos al Doctor y así lo recordamos, como un médico que hasta el último día en este mundo, dejó la vida en su trabajo, en sus pacientes y en sus alumnos. Este es nuestro recuerdo. Así como los recuerdos suyos vertidos en el artículo. Más recuerdos personales que historia en sí.
Si de Historia de la PVC se trata -que no de anécdotas- recomiendo el artículo “75 Años e la P.V.C.” del Ing. Salvador Hernández Vélez, quien de manera neutral y sin sesgo alguno plasma correctamente el tema que nos ocupa.
Para terminar, sinceramente espero que esta omisión del área de Química en su artículo, no obedezca a que usted aún después de más de 50 años no ha superado el haber sido quizás reprobado en esa materia por su maestro el Dr. Ramírez Mijares.
Aunque así fuera, tenga usted por seguro que eso jamás demeritaría la contribución del doctor a nuestra querida Preparatoria y a la comunidad.
Saludos.
Liliana Santos
Torreón, Coah.
