Columnas la Laguna

NORMATIVIDAD AGROPECUARIA

ÉTICA JUVENIL

DR. AGUSTÍN CABRAL MARTELL

La filosofía de la educación superior en México y siguiendo la positiva trascendencia natural y de que es capaz el hombre actual, es necesario como meta próxima un programa de educación formal por medio de esta disciplina. Los valores se encuentran de manera informal impregnados en nuestra propia naturaleza, la tarea es seguir rescatándolos, con esto se debe proponer de manera práctica en base a las experiencias como las posibles vivencias que en esta etapa de la vida universitaria tendrán que madurar y volverse hábitos para no desencadenar la naturaleza humana, sino vivir como tal a través de la formación que ya se ha tenido y se perfecciona paulatinamente por medio de las disciplinas que semestre a semestre se van logrando cursar en las universidades

El hombre es un ser teleológico y ese fin debe estar encaminado hacia su propio perfeccionamiento tanto intelectual, que supone la cultura y la capacitación profesional para su ejercicio, como la preparación humana que viene a armonizar su propia identificación en su ciclo vital humano.

La disciplina de la Ética juvenil tendría como finalidad ubicar al estudiante en el tiempo y en el espacio idóneo sin dejar de percibir la bipolaridad de los valores para su aplicación, pasando por la conceptualización, metodología, desarrollo histórico, características, formación y jerarquización, en un marco antropocéntrico donde resaltarían la propia dignidad humana, autoestima y realización personal.

Se pretendería además, crear un ambiente de libertad que permita reflexionar filosóficamente sobre los valores universales como son la libertad, la verdad, la justicia, el amor, la bondad y la belleza sin pasar por alto los principios básicos para la aplicación práctica de la Axiología bajo el punto de vista profesional.

El joven, como ser único y total se enfrenta en la vida a diferentes retos que tiene que responder en toda su plenitud, es así que debe estar preparado para enriquecerse a través del trabajo como actividad dignificante, debe responder a la realización de la virtud del conocimiento como fuente de riqueza espiritual, su convencimiento pleno en un continuo servicio profesional que deberá aceptar con responsabilidad y justicia, debe responder al llamado social que le permita valorar el bien común como meta y no como doctrina o pensamiento político.

Tanto profesores como estudiantes tendrán una actitud disponible que a través de dinámicas se lleven a cabo con el objeto de motivar y responsabilizase, con un entusiasmo que trascenderá notablemente en el futuro campo profesional, para así dar una respuesta positiva a las exigencias sociales, institucionales y personales.

Hoy más que nunca y debemos estar convencidos de ello, la juventud se ve atrapada en un sinnúmero de contravalores que le hacen flaquear o perder su dignidad y respeto, los medios de comunicación masiva, el ambiente social e inclusive y muchas veces la propia familia contribuyen a la malformación espiritual o moral del joven de hoy que al asomarse a la realidad se encuentran desorientados o bien sumidos en la mediocridad, caen en la pereza intelectual sin profundizar sobre su propia existencia, conformándose con una vida superficial sin trascendencia alguna.

Rescatar los valores que dignifiquen a la persona, conocerlos, practicarlos y aplicarlos es la diaria tarea nuestra, para una identificación personal de los alumnos que les permita seguir un proceso de preparación armonioso a fin de subsanar los reclamos de la sociedad y llegar a la realización personal.

Es necesario reconocer que en las instituciones de educación superior, la mayoría de las veces, entre parte de su personal académico y sus directivos, existe la idea, de que la formación de valores, debe ser un compromiso que deberían desempeñar, exclusivamente, las familias, otros niveles de educación anterior y diversos agentes de socialización que inciden en la formación de cada individuo, durante su etapa previa a su ingreso a una carrera profesional.

Adicionalmente entre el personal de las instituciones universitarias, se sostiene la tesis de que la formación universitaria debe estar dirigida, exclusiva y explícitamente, hacia la adquisición de determinados conocimientos y al desarrollo de ciertas habilidades para el desempeño de una futura actividad profesional.

Por lo que se atreven a establecer en consecuencia, que los cambios que puedan ocurrir en la personalidad de los educandos, en las orientaciones éticas y morales de sus comportamientos, así como en sus actitudes y valores, son, en todo caso, consecuencias indirectas de las experiencias que dichos alumnos adquirieron durante su asistencia regular a estas instituciones.

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