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Las palabras tienen la palabra

Si buscas sólo placer, eres epicúreo

Juan Recaredo

Existen personajes históricos que han trascendido a su propia época y su nombre convertido en adjetivo sirve para calificar a otras personas que tienen actividades o características que los hacen similares a aquéllos. El ejemplo más fácil de entender es el de un ser freudiano. Ya ve usted como era el médico neurólogo y psiquiatra austríaco Sigmund Freud, inventor del psicoanálisis que todo lo relacionaba con los impulsos sexuales. Entonces es natural que a ese amigo que todo lo relaciona con los impulsos sexuales lo acusemos de ser muy freudiano.

Un señor que es muy apegado a la lengua española clásica, lo alabamos diciéndole que es muy cervantino, porque en algo se parece a Cervantes, pero no porque le falte una mano, sino porque tiene actitudes que nos recuerdan como ha de haber sido Don Miguel de Cervantes, autor de El Quijote. Aclaro, pues, que a Cervantes en realidad no le faltaba la mano izquierda, nada más perdió el movimiento de esa mano cuando se le dañó un nervio a causa de un golpe que recibió con un trozo de plomo.

Un tipo darwiniano sería entonces alguien tan despiadado o inflexible en la lucha por la supervivencia como lo plantea Charles Darwin en su "Teoría de la Evolución de las Especies" en la cual sólo sobrevive el más apto para defenderse, aunque sea pasando por encima de los demás.

Epicuro era un filósofo griego que decía que era bueno buscar siempre el placer, aunque con ciertas limitaciones. Los epicúreos son los seres modernos que siguen a Epicuro por lo menos en la primera parte de su teoría, o sea que buscan el placer, pero en las limitaciones ni se fijan y entonces dedican su vida a darle vuelo a la hilacha con singular abandono.

Hay también los cartesianos que son racionalistas como René Descartes quien trató de crear una filosofía sobre bases puramente racionales. Los cartesianos no se llaman descartesianos porque Descartes en latín es Cartesius.

Existen también los spinozianos que tienen qué ver con Baruch Spinoza, un filósofo que era muy dado al misticismo y al panteísmo, o sea que los spinozianos todo lo relacionan con Dios porque para ellos todo el Universo es Dios.

Termino con los muy duros o crueles que se les califica de draconianos en honor de Dracón, legislador ateniense que fijó leyes tan duras que decían que estaban escritas con sangre.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected], Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Alejandro Gutiérrez: "¿Por qué pronunciamos "once, doce, trece, catorce, quince…" y no "dieciuno, diecidos, diecitres, diecicuatro, diecicinco…" respectivamente?

LE RESPONDO:

Si los de Puerto Rico son portorriqueños ¿por qué los de México no somos mexiqueños? Le digo esto para mostrarle con un ejemplo que en el lenguaje esa lógica no puede aplicarse.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

El herrero que no da en el clavo, es un errero.

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