en el ámbito de los autos exóticos, el tope de las unidades nuevas en el mundo es comparativamente insignificante comparado con el monto astronómico que alcanzan las piezas de colección en subasta. (ARCHIVO)
Cuando alguien nos ve batallar con nuestro viejo auto, no falta el consejo descabellado "ya deshazte de ése y te compras aunque sea un seminuevo", el cual, a pesar de las buenas intenciones, podemos demostrar que es erróneo, desde cierto punto de vista.
Y es que, en el ámbito de los autos exóticos, el tope de las unidades nuevas en el mundo es comparativamente insignificante comparado con el monto astronómico que alcanzan las piezas de colección en subasta.
El origen de esta situación lo retrata Nicolas Cage en "Gone in 60 Seconds" cuando acude a un distribuidor Ferrari, señalando una unidad regular: "Vi tres de estos estacionados en el Starbucks esta mañana" y conminando al promotor de piso a conseguirle un 275 GBT4 de 1967 para que le llueva champaña del cielo. Debido a la exclusividad y status que brinda, su distintiva escasez y al interés de coleccionistas por piezas específicas, los precios de ciertas unidades están disparados.
Para captar este contraste consideremos que en unidades nuevas lo más costoso que puede conseguirse está entre el Lykan Hypersport de 3.4 millones de dólares, un Lamborghini Veneno por 4 y medio o, bien, el Koenigsegg CCXR por 4.8 en cuanto a vehículos actuales producidos "en serie", aunque sean solo tres. Por esa última cantidad, en lugar de un auto nuevo, el conocedor puede acceder a un Ford GT40 MK1 de 1966, un Alfa Romeo 6C 2500 1948 o, bien, un Maserati 450S de 1956.
Para quienes quieren jugar este juego es importante considerar que no basta acumular décadas en el auto o camioneta de interés. La disponibilidad de unidades, su prominencia en la gama cuando estuvo disponible, el adelanto tecnológico que significó cuando nuevo, si ganó o al menos participó en una competencia relevante en la época, así como la integridad de su estado físico: todos estos son factores que elevarán su precio de subasta.
Como mexicanos una de las apuestas que podemos correr en este tema está en el Vochito, y su hermana la Combi. La disponibilidad por décadas adicionales comparativamente a los mercados norteamericano y europeo, además del detalle que los restauradores nacionales pueden tener al reconstruir una de estas unidades, le permitirían al interesado obtener una ganancia al rescatar del olvido uno de estos vehículos y llevarlo a subasta.