El pasado fin de semana se vivió uno de los capítulos más grises en el balompié azteca ante la campal por el 'Clásico del Centro'. (JAM MEDIA)
Pareciera que en los últimos años el país se estuviera acostumbrando a la violencia en todas sus modalidades. Se ha vuelto algo común ver y escuchar en los medios de comunicación que se hable de actos de violencia en las diferentes esferas de la sociedad.
Y el futbol no es la excepción, actos como los sucedidos el domingo pasado en el estadio Alfonso Lastras durante el partido de la Liga MX entre San Luis y Querétaro, ya se presentan regularmente y las autoridades siguen sin hacer algo para acabar con ella.
Todos los estadios de los equipos de la Liga MX han sido escenario de brotes de violencia en diferentes grados, pero todos con el común denominador, la presencia de las famosas "barras", que nacieron como "grupos de animación", pero que se han convertido en verdaderos refugios de personas inconformes con la autoridad, intolerantes a la crítica y que buscan cualquier pretexto para violentar un espectáculo familiar.
En las diferentes peleas que se han presentado a través del tiempo, ha habido desde personas con lesiones leves, con lesiones graves debido a golpes, apuñalados, baleados y hasta muertos, y con un común denominador: la presencia de las barras.
Los últimos acontecimientos que se vivieron el domingo pasado en el Alfonso Lastras vuelve a poner en el ojo del huracán a los equipos, a la Femexfut y a las autoridades mismas, y es que todos ellos han hecho esfuerzos infructuosos o que en realidad han sido muy "blandos" para erradicar la violencia del futbol.
Por parte de los equipos, éstos no han puesto un alto total al "falso" apoyo que las barras prometen y continúan fomentando su presencia en los estadios semana tras semana e incluso llegan a apoyarlos a cubrir los gastos de sus integrantes cuando juegan de visita.
La Federación Mexicana de Futbol se ha visto realmente tibia al momento de castigar, ya que las ridículas sanciones que ha impuesto a los dueños de los clubes que se han visto inmersos en situaciones parecidas. No han implementado sanciones que realmente "castiguen" a los equipos involucrados.
Y lo que es peor, las autoridades municipales o estatales, que deberían de salvaguardar la integridad de los ciudadanos en todo momento, siempre ha sido rebasada y termina por no aplicar correctivos ejemplares a los rijosos, que regularmente terminan saliendo absueltos de todos los cargos.
Hoy, la prensa vuelve a levantar la voz y a cuestionar a los diferentes involucrados, pero mientras no se tome una decisión justa para los aficionados afectados y no en el interés de los equipos, la propia federación o, sobre todo, intereses económicos y/o políticos el fantasma de la violencia seguirá rondando los estadios mexicanos.
