Terminó una Serie Mundial más y a pesar de que los beisbol lovers digan que fue fantástica, la realidad faltaron más emociones en cada partido, es cierto llegó al límite pero quitando el juego uno donde los Astros que perdían cinco a dos en la séptima, anotaron una en la fatídica y otra más en la octava para llegar al noveno cinco a cuatro abajo, Sean Doolittle el cerrador estrella de los Nacionales dominó a Alex Bregman tirándole al tercer strike, Yuli Gurriel con fly al center y a Carlitos Correa con línea al central. La del empate siempre vino a batear en esa novena entrada. Al final Washington salió airoso tinto en sangre.
El juego dos inició con dos carreras por cada equipo en la primera entrada y así se fueron hasta la séptima donde Nats explotó con rally de seis y ahí terminó el partido, que concluyó con una paliza de doce a tres. Astros no metió las manos.
El juego tres al menos también al igual que el primero tuvo un score decente, las carreras se anotaron en las primeras seis entradas y pare usted de contar, cuatro a una ganó Houston y lo histórico es que Roberto Osuna salvó el partido. A pesar de un marcador no abultado los equipos batearon veinte imparables en total y Washington cometió dos errores.
Juego cuatro, otra vez no se llegó a las entradas finales con el partido en el alambre, cuatro a una ganaba Houston en la séptima donde remachó con rally de cuatro, ocho a una, los innings ocho y nueve de trámite. Otra vez lo rescatable para nosotros la apertura de José Urquidy que se llevó la decisión convirtiéndose en apenas el segundo abridor mexicano en ganar un juego de serie mundial, Fernando Valenzuela fue el primero, el tercer pitcher mexicano fue Aurelio López "El Buitre de Tecamachalco" pero este lo hizo en labor de relevo con los Tigres de Detroit en el juego cinco del clásico, Detroit ganó la Serie Mundial de 1984 a los Padres de San Diego.
Juego cinco, otro buen partido (si le vas a los Astros), pero sin el dramatismo que se requiere para el espectador neutral como un servidor, Gerrit Cole pichó muy bien y Washington nunca dio sensación de peligro, siete a una el score y Houston tomaba la ventaja 3-2 en la serie.
Juego seis, ahora fue Strasburg el encargado de poner el juego de un solo lado, permitió dos carreras de los Astros en la primera y pare usted de contar, la ofensiva texana dejo de existir y nuevamente la octava o la novena resultaron un trámite burocrático, siete a dos fue la pizarra final.
Juego siete, lo mismo, hasta la sexta tuvimos juego, después todo fue para Nacionales que anotaron seis careras en los últimos tres innings mientras los Astros morían de inanición, ¿score final? Seis a dos Nacionales y se llevaron merecidamente la serie.
Obvio que se vio buena pelota y buenas jugadas defensivas y tremendos vuela cercas, pero de eso a repetir automatizadamente que extraordinaria Serie Mundial, es falso, no estuvo ni siquiera cerca a algo extraordinario y dramático, claro la gente en Washington sigue en la pachanga lo cual es lógico, pero cuando (en mi caso) eliminan a tu equipo favorito mis Bravos de Atlanta, lo único que pide uno como espectador neutral es ver no buena pelota, eso ya es intrínseco son grandes ligas ¡por Dios!, pero si drama y llegar a los capítulos finales con el alma en un hilo.
Al final de cuentas simpatizábamos con los Astros por los paisanos, pero nos quedamos con las ganas de extra innings, volteretas sensacionales, en fin, beisbol estrujante, no lo hubo y negarlo es hacerle al miope. Como estaría la cosa que el juego siete fue el menos visto en una década en los Estados Unidos, 23 millones lo vieron mientras que hace tres años 40 millones vieron el juego siete de Cachorros contra los Indios. En fin, a esperar el siguiente clásico y ojalá este si venga con guión de película de James Bond.
