En el aeropuerto de la Ciudad de México encuentro un lugar para sentarme. Al parecer alguien ha olvidado una almohada de viaje con su funda a dos asientos del mío. Nadie la toma y nadie llega a recogerla. Se acerca un guardia y pregunta a cada uno de los que está cerca si ese artículo es de alguno de ellos. Yo y todos los demás le dicen que no, que ahí estaba. Se activa entonces todo un protocolo especial de seguridad por la almohadita negra con su funda que está en el asiento. Más guardias, policías, radios de comunicación a todo volumen. Nadie de alrededor se mueve, solo un señor que seguramente se hartó del ruido de radio.
Luego llega el equipo especial con un mini escudo de acrílico y acordona -aunque no con un cordón- el área de la cual nadie se mueve. Le toma huellas a la pequeña almohadita negra con su funda... por todos lados. Luego saca un aparato similar a una aspiradora de mano y con él revisan a fondo a la almohadita. La pantalla digital del aparato se enciende de todos colores y a los diez minutos arroja el diagnóstico de que seguramente no es una almohadita negra explosiva. Al final se van retirando los elementos de seguridad y una señorita guardia toma con toda confianza a la almohadita negra con su funda. Solo se queda el especialista tratando de guardar el escudo de acrílico en su funda y nadie le ayuda.
Esta historia que sucedió hace unos días y que me permito compartirle me puso a pensar en el concepto de seguridad. Me pareció curioso y hasta un poco cómico todo lo que presencié, porque en su momento se sintió como algo exagerado, pero la realidad es que eso es lo que se debe hacer -y se hace bien- en lo que se refiere a un protocolo de seguridad y con mayor razón si se trata de un aeropuerto tan concurrido como el de la Ciudad de México.
Finalmente el objetivo es que uno se sienta y esté realmente seguro. Y a propósito de la palabra seguro, ya en otras ocasiones algunas personas me han preguntado por su origen… por el de la palabra seguro. Yo me voy a lo seguro y busco en el Diccionario Etimológico, donde dice que seguro es una palabra que viene del
latín securus y esta de sed cura. ¿Sed cura? ¿O
sea que cura la sed? No, sed cura puede traducirse literalmente como: “sin cuidado”. O
sea que si alguien está seguro puede estar sin
cuidado, sin preocuparse… hakuna matata¸ diría el Rey León. Entonces, cuando les doy esta explicación del origen de la palabra seguro, me preguntan: ¿está seguro de que viene
de ahí? Pues sí, estoy seguro de que así viene
en la mayoría de los diccionarios etimológicos.
Precisamente para no andar con preocupaciones es que compramos un seguro, ya
sea de vida, médico, de auto… para todo hay
un seguro que no me asegura que no me pase algo malo, pero sí, al menos, me ayuda a
reponerme. A nadie le gusta ir al Seguro —
refiriéndome al Seguro Social— porque si tienes que ir es porque te enfermaste, porque
tienes que acompañar a un enfermo o porque tienes que hacer un trámite fastidioso.
Cuando te subas al coche ponle seguro
a la puerta, porque luego no falta que alguien te quiera asaltar. Este seguro es el candado que se pone, por ejemplo, a puertas,
ventanas y otras cosas, para que no puedan
abrirse fácilmente. Es mejor irse a lo seguro y ponerle seguro. Un individuo que tiene
mucha confianza en sus capacidades y alta
autoestima es un tipo seguro de sí mismo. Y
si se me rompe el pantalón, hay que conseguir un seguro para cerrar un poco el agujero, aunque sea provisionalmente.
Seguramente usted ya notó que hemos
llegado al final de este espacio, pero estoy
seguro de que nos veremos muy pronto.
Soy Don Juan Recaredo… compártame
sus dudas y comentarios:[email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo
ME PREGUNTA:
Yolanda Palacios: ¿es correcto utilizar la palabra “habemos”?
RESPUESTA:
No se considera correcto, en casos como
“habemos visto al doctor”, lo correcto es
“hemos visto al doctor”; es incorrecto decir:
“habemos diez personas esperando” y lo correcto es: “estamos diez personas esperando”. Sólo se considera correcto cuando se
usa en primera persona de la expresión “habérselas” que es enfrentarse a alguien o a algo, como cuando se dice: “Sabemos que nos
las habemos con un problema grave”.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:
La única cosa de la que podemos estar seguros es que no podemos estar seguros de nada