EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Certidumbre y... ¿certeza?

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

La concatenación de hechos dispares arroja por resultado una mejor perspectiva nacional y recoloca a la administración ante una nueva oportunidad, la pregunta es: ¿por qué si se logró desvanecer parcialmente la incertidumbre económica, por qué no se intenta atemperar la falta de certeza política?

El empeño, la apertura y el esfuerzo oficial desplegados en el ánimo de construir acuerdos hacia afuera, con un gobierno hostil y grosero -como lo es el de Donald Trump- que bien podría considerarse adversario, obliga a plantear por qué no se replica el ejercicio hacia adentro. Si un adversario externo es sujeto de ese trato, no otro puede dispensarse al adversario interno.

La conjugación de la certidumbre económica y la certeza política podría reimpulsar y enrielar al país en una vía menos accidentada y más segura, en la posibilidad cierta de transformar la realidad. Colocados en esa tesitura, ahí sí, cabría afirmar que no hay mejor política exterior que la interior.

***

En el propósito de anular la imposición de aranceles a causa del flujo migratorio; de desactivar la intención estadounidense de clasificar como grupos terroristas a las organizaciones criminales con producción y operación aquí y negocios allá, y de asegurar el nuevo tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, por fuerza, la administración lopezobradorista flexibilizó la postura y se mostró dispuesta a tratar, dialogar, negociar, hacer concesiones y acordar con quien muy probablemente no quisieran ver ni en pintura.

Hay, desde luego, quienes hacen ya un escándalo tanto de la experiencia como de la eventual secuela del resultado obtenido, pero nomás de imaginar que aquellas amenazas se hubieran cumplido y el tratado comercial quedara en suspenso, el Ejecutivo mexicano se estaría tronando los dedos y el país, los huesos. Se estaría en una situación todavía más complicada que la prevaleciente.

La pretensión lopezobradorista de constituirse en gobierno y transformar la realidad se hubiera quedado en discurso sin sustento y, quizá, la administración hubiera protagonizado lo mismo que las anteriores gestiones: preocuparse por que no ocurriera nada, en vez de ocuparse en hacer algo.

Aun sin conocer a ciencia cierta el calado de las concesiones hechas y el costo final de ellas, se consiguió sortear la coyuntura, los terribles efectos que hubiera acarreado y, claro, disipar parcialmente la incertidumbre económica.

***

De modo colateral al anuncio de la aceptación de los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México de las adendas del tratado comercial, tuvo registro un suceso que, de aquilatarse en su peso y valor, podría contribuir a distender la atmósfera.

En la ceremonia realizada el martes en Palacio Nacional estuvieron presentes los coordinadores parlamentarios de la oposición en el Senado. La concurrencia de esos líderes a la sede del Ejecutivo puede quedar en una simple cortesía política, corrida por el presidente López Obrador a instancias del senador morenista Ricardo Monreal. Sí, pero si el gesto deviene en actitud de acercamiento, sin duda, podría dar pie a un diálogo serio y, eventualmente, a negociaciones y acuerdos en favor de emprender -sin la crispación, la polarización y los sobresaltos vistos- las reformas legislativas que aún requiere la administración para configurar el marco jurídico de la transformación pretendida y desatar a fondo la acción política.

Tal actitud exigiría, desde luego, replantear el límite y el horizonte del mandato popular recibido por el Ejecutivo, pero no otra cosa demandaría a la oposición y la resistencia desplegada por partidos, fuerzas y grupos contrarios al poder establecido.

Si el Ejecutivo tiene claras las coordenadas de su margen de maniobra hacia el exterior y las ajusta con tal de no ver descarrilarse la situación y su proyecto, no otra cosa debería hacer hacia el interior.

Sumar a la certidumbre económica la certeza política, permitiría a unos y a otros, si no respirar tranquilos, sí respirar de manera menos agitada. Al país le daría una perspectiva mucho más segura.

***

En favor del acercamiento con la oposición rema, paradójicamente, el arresto en Estados Unidos del exsecretario de Seguridad Genaro García Luna.

Más allá de la conclusión del enjuiciamiento del exfuncionario mexicano, su detención surte tres efectos de inmediato. Uno, revela el grado de penetración del crimen y la corrupción en las más altas esferas del Estado y el grave peligro de la asociación del crimen y la política; en suma, reivindica la necesidad de explorar rutas y ensayar estrategias distintas a la sola persecución a sangre y fuego de la delincuencia organizada. Dos, golpea la estrategia seguida por los Gobiernos de Acción Nacional en contra del crimen y obliga a ese partido a revisar su postura. Y, tres, el arresto de García Luna es la condena de Vicente Fox y Felipe Calderón que, prestos a calentar una curul en la próxima legislatura, hoy quedan como los padrinos del policía estrella que, presumiblemente, sirvió y protegió no a la ciudadanía, sino al crimen.

Está, pues, ese otro ingrediente que obliga a Acción Nacional a revisar el tenor de la oposición que practica.

***

Cierto, la velocidad es clave en un cambio de régimen, pero no el desbocamiento. Cierto, la fortuna también juega sus cartas, pero la política no puede depender solo del azar.

La talla de la obra de gobierno pretendida por el presidente López Obrador exige asegurar su alcance, ajustando cuantas veces sea necesario su límite y horizonte, su posibilidad real y concreta.

Sintonizar la política exterior y la política interior podría dar certidumbre y certeza. La oportunidad ahí está de nuevo, el cambio sin ruptura de eso depende.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1652512

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx