Columnas Social

Ensayo sobre la cultura

Ejercito infantil

José Luis Herrera Arce

EJERCITO INFANTIL

Terrorífica resulta la nota que se refiere a la comunidad de Alcozacán, en Chilapa, el estado de Guerrero: una organización ha armado a niños entre los seis y doce años para que se defiendan de los ataques de grupos delictivos. Esto es mucho peor de lo que ha pasado en una de nuestras escuelas de Torreón.

Reflejo de la decadencia nacional; de la impotencia de nuestras autoridades para resolver los problemas cotidianos y añejos. Los niños dejan de ser las almas nobles, esperanza de un futuro mejor para el cual los viejos, pretendidamente, trabajamos. ¿Quién arroja a estas comunidades a efectuar acciones tan deshumanizadas que ya en el pasado habíamos leído sobre grupos revolucionarios en regiones del tercer mundo? Seguimos perteneciendo al tercer mundo, en camino para el cuarto o quinto; a pesar de los discursos fastidiosos de los políticos de todos los sabores que ya nadie cree.

Sobrevivimos como se puede. No tenemos inteligencia para pensar cuales son los resultados de tales determinaciones. Un niño, con un arma en la mano, se va a sentir poderoso; ya no va a necesitar nada más para satisfacer a sus berrinches que considerará un juego o una mala imitación del mundo de los adultos que deposita en la fuerza una de sus ventajas para imponerse a la sociedad, destruyéndola, con tal de conseguir sus intereses.

Hay una novela muy vieja, inglesa, escrita por William Golding que se llama: el señor de las moscas. Se hizo una película de este libro y en él se demuestra la crueldad a la cual puede llegar un infante cuando va perdiendo una conciencia moral y ética y sólo se deja llevar por su animalidad. Eran niños educados en escuelas privadas de clase alta y así se aniquilaron entre ellos.

¿Educamos? ¿Para qué educamos? No hemos sido capaces de parar esta avalancha de contrasentidos sociales. Seguimos empecinados en dejarnos gobernar por la ley del más fuerte, en la anarquía del liberalismo trasnochado que no quiere doblegarse ante la ley que rige la convivencia social. Estas son las consecuencias del dejar hacer dejar pasar; donde el sufrimiento de muchos es el costo de la felicidad de muy pocos.

Con discursos no se resuelven los problemas. El miércoles mismo se hablaba de un juicio político en contra del gobernador del estado de Guerrero por no haber podido resolver el problema de seguridad. Se habla de un estado dividido. El partido que los acoge es Morena.

No se ven claros los propósitos políticos para mejorar el estado de cosas en un futuro. Parece que los criminales tienen mejor trato que los ciudadanos que todos los días se levantan para solucionar sus problemas familiares. En lugar de apoyo se encuentran los acosos; de parte de hacienda, de parte de los servicios médicos que paga y tienen muchas carencias, o de parte de la inseguridad pública que provoca los excesos a los que nos referimos.

Vamos a la deriva y por ello buscamos las fugas de la realidad haciéndonos consumidores de gestas deportivas, o de películas sobre superhéroes, o el divismo que nos venden los medios masivos de comunicación, o refugiándonos en instituciones que gobiernan nuestra inteligencia y sensibilidad; todas las fugas que por medio de las redes sociales se ponen a nuestra disposición. En el mundo moderno se está perdiendo la inteligencia y la capacidad de pensar.

La psicología ha ayudado en mucho al caos en el que se ha convertido nuestra educación y después, la sociedad. Bajo la consigna de no traumar a los niños y a los jóvenes se opuso a las exigencias. Al no verse castigado, impuso su berrinche. Nuestros hijos se hicieron egoístas, ególatras, creyendo tener derecho a todo tipo de deleite sin tener que pagar por ello y las consecuencias son las que hoy padecemos. Esclavos del consumismo, para ser alguien necesitan poseer por poseer. Sin un teléfono celular, no son nadie; no hay tonto más tonto que aquel que depende de un objeto. Estamos en la era del vacío; Así se llama un libro de Giles Lipovetsky.

Pero en fin: ¿dónde vamos a recuperar la cordura y la inteligencia? De alguna parte deben de venir las soluciones. Cada quien que aporte su grano de arena.

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