EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Doña Irma Reyes

ÉDGAR SALINAS

"Que se haga justicia, se haga justicia y se haga justicia" repitió la señora Irma Reyes en alusión a la detención y proceso que deberá enfrentar su sobrino y la compañera de él involucrados en el secuestro, agresión sexual y asesinato de Fátima, la niña cuya muerte sacudió las entrañas del país. La señora Reyes ha dado una cátedra de ética e inteligencia emocional con su conducta.

Al horror de la tragedia, siguió esta ejemplar acción de la señora Reyes que merece ser evidenciada y referida por lo valioso, valiente y noble de su actuar.

Estamos acostumbrados a que en medio de la tragedia sea el morbo lo que prive en noticias y redes sociales. La maldad consumada también tiene amplia recepción en prensa. Pero pocas veces se difunde con dilatada atención lo que de bueno pueda haber en contextos de terror. Por alguna extraña razón lo bien hecho, las acciones nobles y la valentía cotidiana tienen menor recepción entre la gente que la atrocidad y su secuela de dolor y muerte.

En la entrevista que concedió a Carmen Aristegui, la señora Irma Reyes hizo un recuento de lo ocurrido con la llegada de su sobrino y familia a casa de ella, luego de que, como nos hemos enterado, habían cometido tan grande infamia en contra de Fátima. No hay desperdicio alguno en los dichos de la señora Reyes. La lógica con que argumenta y justifica el haber entregado a su familiar y compañera merece el reconocimiento y agradecimiento por la verticalidad de su moral.

Destaco de su narración el reflejo de un corazón amueblado sólidamente en el discernimiento moral. En sus dichos hay una evidente predisposición positiva hacia su familia. Una empatía inmediata con la sangre de su sangre, como en algún momento lo mencionó. Al ayudarlos, "me ganó mi afectividad", subrayó la señora Reyes, sobre todo, dijo, por los tres niños que iban con la pareja.

Una vez resuelto el tema del alojamiento y la comida, fue asertiva respecto a lo que sí podía hacer por los necesitados visitantes y aquello que estaba fuera de su alcance. Urgió a su sobrino a buscar trabajo para bien de sus niños. A la empatía y afectividad siguió la asertividad práctica respecto a cómo encauzar la situación.

Luego, al darse cuenta de qué habían hecho su sobrino y acompañante, actuó con inteligencia y estrategia. Sin dejar de ser empática y asertiva, condujo la situación para convencer a sus visitas de enfrentar las consecuencias de sus despreciables actos. Urdió un plan que por tiempo y riesgo debía salir perfecto, o pondría en peligro su propia integridad. Una vez consumada la detención, debió responder a la recriminación de sobrino y acompañante: "¿por qué nos entregó?" -le dijeron- "porque así debe ser, tienen que pagar su delito. Yo les voy a cuidar a los niños".

Es de notar la impericia de las autoridades participantes en la detención. Al preguntarles ella qué hacer con los niños, solo le respondieron "llévelos al DIF, llévelos al DIF". A quienes participaron en el operativo no se les ocurrió llamar por indicaciones respecto al quehacer con esos tres niños. Pese que el fondo de esta situación había sido una tragedia con una menor, en la nueva circunstancia solo atinaron a decir, "llévelos al DIF". Básicamente ya les había hecho la chamba que concluyó en la detención y ahora le pedían hacer la otra, llevarlos al DIF. Vaya capacidad institucional para leer la situación.

Transcribo aquí algunas frases de la entrevista que me parece emanan de una persona empática y justa, a quien las circunstancias obligaron a actuar con rapidez y criterio. Y el resultado no solo fue la detención de esa pareja, sino, en mi opinión, un ejemplar modelo de actuación en el México de hoy, urgido de verticalidad ética en los hechos. Dijo la señora Reyes que lo hizo "por la sociedad, por mujeres, por los hijos y nietos que tengo… ¿Cómo es posible que pase tanta infamia?… Lo hubiera hecho cualquier persona… Tanto infanticidio, feminicidio… Tengo temor, tengo miedo… No me arrepiento de lo que hice. Lo haría mil veces. No podía dejar que esa gente anduviera como si nada. Hay una madre que perdió a su criatura… Quiero que la sociedad no se calle, que se enfrente al enemigo… Así fuera mi hijo… Lo entrego… Si viola a mi nuera, yo voy y lo delato… Lo peor es que en la familia solapemos… Ahora ya están detenidos por lo menos unos culpables de miles que hay…".

Tanto a su excuñada como a su hermano difunto, padre de su sobrino, tuvo que decirles: "perdónenme, tuve que entregar a tu hijo…".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: editorial Edgar Salinas

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1676967

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx