EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

El presidente que no escucha

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE

Instalado en la piel de opositor, por dicha piel respira Andrés Manuel López Obrador. Su terreno, el que mejor conoce y en el que se siente más cómodo, es el de candidato. Quien alguna vez fue el político de mayor sensibilidad social de nuestra historia reciente -sensibilidad hoy extraviada- no sabe ser ni estar si no se encuentra a nivel de tierra, cercano a las bases y a la gente. Por desgracia, todo indica que López Obrador no termina de advertir que México es mucho más grande que dichas bases clientelares.

La pandemia trastocó y tiró por la borda, momentáneamente, los ritmos y costumbres a los que López Obrador es afecto. Son los únicos que conoce. El verse imposibilitado a recorrer el país lo exaspera y saca de quicio. A diferencia de otros mandatarios que de su intimidad hicieron una cárcel, al presidente no le gusta estar en vitrina. Las oficinas no son lo suyo, jamás lo han sido ni lo serán. Cada gira irrealizable y cada vuelo de avión trunco, Andrés Manuel los equipara con oportunidades perdidas para afianzar su poder y omnipresencia. Él mismo lo dijo: los vacíos de poder se ocupan porque si no, otros vendrán a llenarlos. Y vaya que el presidente está engolosinado con un poder que dura exactamente seis años.

Dentro de las preocupaciones que calan hondo en el ánimo del mandatario están las encuestas e índices de popularidad. Andrés Manuel López Obrador le importan en demasía lo que piensan las bases a las que se debe y busca ser querido a toda costa. La crisis que viene no tiene precedente en nuestra historia y será inmisericorde. ¿Qué caso tiene, querido lector, decirte algo distinto o querer matizar la tormenta que se avecina? Porque junto con la crisis financiera llegarán también las crisis de salud, seguridad y la más grave de todas, crisis de confianza. La probidad personal del presidente y sus buenos oficios no serán suficientes para sortear el cataclismo.

Por desgracia, López Obrador da visos de estar más preocupado por dichas encuestas que por otra cosa. No es fortuito que a sabiendas de lo que le espera en la elección de 21, de nuevo amague en empalmar la revocación de mandato con los comicios intermedios. En vez de utilizar su energía en gobernarnos durante uno de los períodos más complicados de la historia, el presidente desperdicia el tiempo tratando de afianzar a su partido para no perder la mayoría en la Cámara. Dicha urgencia, parece, va acompañada de una prisa ominosa por regresar a lo único en donde hoy da visos de eficacia: en ser opositor y hacer campaña.

Hablando de preocupaciones, resulta tragicómico que el presidente dedique sus mañanas a informarle a la República lo mucho que le molesta que Eugenio Derbez, Thalía y Javier Hernández tengan el descaro de pronunciarse en su contra, como si el legítimo derecho ciudadano al disenso fuese un delito. También, es lastimoso que López Obrador utilice el horario estelar para decirnos que el Goebbels región 4 a cargo de la comunicación social de Palacio, elaboró una lista de opositores digitales que buscan truncar los sueños de opio de la llamada 4T. Vaya cajas chinas y distractores para que evadamos lo importante, es decir, que el actual Gobierno sencillamente no puede ni podrá con el paquete.

Además, los obsequiosos al servicio del poder llegaron al extremo de deslizar y pregonar la idea de que se prepara un golpe de Estado. Lo último, chusco por decir lo menos, retrata de cuerpo entero la pequeñez de quienes huérfanos de creatividad, visión y resultados, buscan replicar la estrategia de Donald Trump.

Millones de mexicanos le exigen al presidente que se ponga a gobernar. El problema es que no quiere hacernos caso, lo grave y preocupante es que no escucha, lo exasperante es que concibe dicho clamor como deseos de que el buque derive. No hay tal cosa. ¿Cuántas veces tendremos que repetírselo? Me queda claro que si López Obrador fracasa es porque él quiso. Ser adulto implica asumir las consecuencias de nuestros actos, porque no se puede ir por la vida culpando a terceros de infortunios y desastres.

Andrés Manuel López Obrador quizá estaba destinado a la grandeza, pero hoy renuncia a dicha posibilidad. Sencillamente no le viene en gana comportarse como el presidente de todos los mexicanos.

"Aún estás a tiempo de que adviertas que llevas al país al precipicio, que rectifiques y tomes las decisiones que se esperan de un presidente sensato y responsable. Te convoco a que desempeñes el cargo con visión de grandeza. Si aún tienes el respaldo de una parte de la población, ahora construye, con sentido social, la unidad nacional con las otras partes. Solo así lograrás estar a la altura de los grandes momentos de la historia. De lo contrario, no solo vas a fracasar como lo hicieron los presidentes anteriores, sino que habrás logrado afianzar la tragedia de México".

El párrafo anterior forma parte de una carta enviada al presidente de la República. Su autor se llama Dante Delgado y ha sido de los pocos que tuvo los arrestos y la altura de miras para decirle a López Obrador lo que millones quisiéramos expresarle a la cara.

Twitter: @patoloquasto

Facebook: Patricio de la Fuente GK

Instagram: @patoloquasto

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: sin lugar a dudas

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1694456

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx