Columnas Social

DON BENITO Y DON ANDRÉS

ANGÉLICA LÓPEZ GÁNDARA

(2da. de tres partes)

En el artículo anterior hablé de las coincidencias entre las enfermedades de don Benito Juárez García y las del presidente Andrés Manuel López Obrador. La conclusión fue que AMLO concuerda en casi todos sus padecimientos con los del Benemérito de las Américas. En este segundo texto abordaré sus semejanzas en cuanto a la religión; el tercer texto será sobre las actitudes políticas hacia la mujer.

Benito Juárez fue liberal y republicano. Sin embargo, también fue seminarista, aunque, como lo describe en Apuntes para mis hijos, lo hizo más por el interés de aprender que por vocación; era su única forma de obtener una educación formal, por lo que no se ordenó de sacerdote, sino que optó por estudiar derecho en la ciudad de Oaxaca. Juárez se casó con Margarita Maza por la iglesia católica, iba a misa con regularidad y acudía a las festividades religiosas. Pero como gobernante su postura fue antirreligiosa, ello se manifestó en 1859 con las Leyes de Reforma, durante su primer mandato presidencial (duró casi 21 años en el poder). Estas leyes tuvieron como finalidad quitarle los privilegios al clero, confiscando sus bienes; proclamó el Estado laico, nombrando a todos los ciudadanos iguales y aboliendo el fuero eclesiástico. Apartó así, la Iglesia del Estado. Esto lo llevó a ser excomulgado del catolicismo. Juárez separó su fe personal de la del pueblo: "Los gobernantes de la sociedad civil no deben asistir, como tales, a ningún ceremonial eclesiástico, si bien como hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su religión les dicte", declaró.

El presidente López Obrador se asume como cristiano, pertenece a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y en período de campaña el partido PES un partido cristiano se unió a su proyecto. Sin embargo, ante cuestionamientos sobre si era católico, usó una cita de Ignacio Ramírez, El Nigromante: "Yo me hinco donde el pueblo se hinca". Su mismo partido Morena es una alusión a la virgen de Guadalupe. Otro hecho religioso muy representativo fue un el evento después de la toma de posesión como presidente de México en el Palacio Legislativo, cuando en el zócalo capitalino, el 1 de diciembre de 2018 incluyó la cosmovisión indígena en donde se le entregó el bastón de mando y se le hizo una "limpia" de purificación con humo de copal. Para la mayoría este acto místico fue significativo porque daba visibilidad a los pueblos indígenas y afromexicanos. De esa manera el presidente estableció que el suyo sería un gobierno incluyente de los pueblos originales.

Sin embargo, el presidente continúo haciendo discursos religiosos, con citas bíblicas, aludiendo constantemente a Cristo y diciendo que lo mataron por defender a los pobres. (Aunque la razón por la que los romanos mataron al Nazareno fue por proclamarse hijo de Dios). Asimismo, se muestra como católico al presentar estampitas de santos. Sugiriendo que con amuletos se podría defender del coronavirus; con actos de fe minimizaba la pandemia, diciendo: "El escudo protector es como el Detente; 'detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo". Pero ¿es el presidente un verdadero creyente de las imágenes religiosas o lo que hace es propaganda? No lo sabemos, pero cualquiera que sea la razón, contraviene los ideales juaristas. Por un lado, dice que el Estado debe garantizar la libertad religiosa y por otro promueve, desde la institución presidencial, el pensamiento religioso para problemas de solución científica.

Otra forma de intrusión religiosa en el gobierno actual fue la distribución de la Cartilla moral escrita por Alfonso Reyes en 1944. Si bien, esta cartilla contiene conceptos filosóficos y poéticos, es, especialmente, religiosa. Allí se enaltecen los valores de la familia tradicional. Y aunque estas ideas van encaminados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, muchos conceptos ya no son vigentes ni prácticos en la sociedad actual.

La tentación de transmitir convicciones religiosas, desde el poder político, es una inercia a la que sucumben muchos gobernantes, ya que hasta el siglo XIX, los regímenes gubernamentales del mundo eran teocráticos; se ejercía el poder desde una religión oficial, como aún lo hacen, por ejemplo, muchos pueblos originarios, los países islámicos y el Vaticano, considerado éste como un Estado.

En conclusión, AMLO se ha separado de los principios juarista que establecen que el ejercicio político debe de ser laico; no ha dado "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Estamos hablando de un hombre conservador.

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