EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Financiamiento de emergencia

JULIO FAESLER CARLISLE

Hay dos faltas que brillan en las inspiradas estrategias actuales del gobierno. Afortunadamente las dos tienen remedio. La primera, creemos que es de comunicación con la ciudadanía y la segunda es más de fondo.

La recuperación económica del país es muy diferente a la que se requiere para terminar con la pandemia. El triunfo sobre la enfermedad depende en mucho de la curación médica que todavía se ve lejos y que aún no se conoce. En cambio, la curación de la enfermedad económica actual, junto con la profunda recesión que se ha agudizado, está muy al alcance de nuestros expertos financieros nacionales.

En ambos casos, empero, el gobierno mexicano está corriendo riesgos peligrosos e innecesarios. En el de la enfermedad, el que no se estén siguiendo las previsiones, ni las contabilidades precisas más aconsejables. La reanimación económica no es el caso. El botiquín está lleno plenamente de medicamentos que pueden aplicarse. Las experiencias de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI están disponibles.

Hay remedios como aumentar el gasto público, repartir despensas, comedores comunitarios, creación de obra pública sin elefantes blancos, reducción de impuestos, financiamientos o subsidios a la producción, aumentos de compras del gobierno, control de las importaciones, et caetera.

Nuestra economía hace meses pasó la etapa de la incipiente "atonía". Ha llegado a la presente recesión, con todas sus perversas características, registrando varios semestres postrados en bajas de producción y confusión. La línea en la pantalla verde está prácticamente horizontal, poca falta para que se asiente definitivamente. Pero la muerte de una sociedad no ocurre tan fácilmente. Ella resiste. Por mucho que esté grave no es así para los individuos que la componen. Los judíos y los kurdos son muestra de cómo también nuestras antiguas naciones que recibieron a los españoles perviven, vencidas solo en un sentido, pero tercas y expresivas en su destino y voluntad para superar adversidades.

No se trata de la pedantería de "México es más grande que sus problemas". Se trata de aplicarles las medicinas que la teoría y la experiencia enseñan. La caída de empleos se remedia produciendo para el consumo la que hay que estimular con inyecciones oportunas de liquidez. Tal financiamiento de capital de trabajo no es un subsidio gratuito ni inmerecido sino el apoyo monetario transitorio que la sociedad pronto restituirá con la reactivación de toda la economía que, a su tiempo, se repondrá fiscalmente. Es la batería de arranque que echa a andar el motor que por ella retoma su ritmo. Hay una sola condición: su propia potencialidad.

La distribución de dinero a niveles personales y familiares es sin duda alguna conveniente. Pero atiende solo a los individuos, aquí sí, subsidiándoles sus gastos diarios más simples, pero de ninguna manera, ni está diseñada para ello, para alcanzar el ritmo de ocupación siquiera anterior.

El apoyo financiero que requieren las unidades de producción es más urgente a medida que se alarga y agrava el impasse que se sufre, es el capital de trabajo que hay que destinar a los salarios de trabajadores que no deben ser privados de sus ingresos. Es el dinero con que pagar los insumos para reanudar la actividad. La derrama de salarios es la restitución del poder de compra que necesitan las unidades productoras.

Este artículo mal tendría el propósito de enseñar o explicar el funcionamiento del apoyo financiero que México necesita para recuperar su nivel de empleo y consumo. Varios países como Estados Unidos y los europeos, ya aplican medidas de reanimación. Los financiamientos llegan de recursos internos o externos.

En el caso de que el señor secretario de hacienda no sienta tenga ánimos para contrariar la incredulidad de su jefe, el empresariado organizado debe repetir su gestión, ampliándolo las veces que sean necesarias, ante instituciones internacionales como el BID para traer al país los refuerzos que el gobierno se niega a contratar. Las deudas que esas operaciones signifiquen tienen el respaldo de la productividad de las empresas.

Lo que hay que entender es que la deuda de emergencia contraída, dentro o fuera del país, tiene ineludiblemente, el respaldo de nuestra capacidad productiva. El gobierno no debe temer contraer los préstamos con el exterior que ahora se requieren para sacar al país adelante. Por cierto, acaba de contraer con el Banco Mundial un préstamo de mil millones de dólares para aplicarlo a campaña contra la pandemia.

La relación deuda-PNB es sana, mucho mejor que en la mayoría de los países de la OCDE. Las perspectivas de los mercados son, a mediano y largo plazo, firmes. También las de la economía mexicana… siempre que las alentemos.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Editorial Julio Faesler

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1713459

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx