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PIÉNSALO, PIÉNSALO

REVOLUCIÓN, EVOLUCIÓN, INVOLUCIÓN

Escondido entre virus y buen fin, el aniversario de la revolución corre el riesgo de ser obnubilado por la inconciencia, la superficialidad, el consumismo, la ignorancia o la desesperanza. La evolución cultural de la humanidad, por depender de opciones libres, no ha sido siempre en constante ascenso. Retrocesos, estancamientos e involuciones, han debido ser subsanados para retomar el camino. La nación mexicana ha vivido estos altibajos en varias épocas de su historia y hoy, como en 1910, se nos interpela para construir un futuro y retomar el camino del progreso, ante el innegable retraso que estamos viviendo.

Los ideales propuestos por la Revolución, se nos presentan hoy con nuevos rostros en situaciones mucho más complejas, que demandan descubrir los desafíos de nuestro presente, para construir un verdadero desarrollo de la persona y del país.

La patria "nos convoca a lidiar con valor", fundados en la verdad que nos rescate de subjetivismos, para llegar más allá de las determinaciones culturales e históricas y apreciar el real valor de las cosas. Volver la mirada a los acontecimientos significativos de la historia, nos ayuda a comprender nuestra identidad como pueblo, asumir objetivamente el pasado y proyectar hacia nuevos rumbos nuestro porvenir. La gestación y crecimiento de una nación es un proceso siempre prolongado y nunca totalmente acabado, con luces y sombras. Valorar los logros, asumir los errores, discernirlos y transformarlos en sabiduría y oportunidades, es condición de todo ser humano que aspire a la madurez y al progreso; son un apelo a nuestras conciencias, que no podemos ignorar, a mejorar individual y comunitariamente.

La palabra involución es lo contrario a la evolución. No sólo es inmovilidad o estabilidad, sino verdadera marcha atrás. Paradójicamente confundida con modernidad, enmarcada en la línea del tiempo, la involución confunde con progreso, el caminar por erradas vías que es necesario desandar para regresar al camino correcto. El progreso del ser humano no está sujeto solamente a las leyes de una evolución biológica; ahora requiere el actuar sabio y recto de hombres libres y responsables, amantes de la verdad. "La verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo" (cfr. Benedicto XVI, Caritas in Veritate, nn. 16-19). Así pues, el desarrollo es la continuación de la humanización, una vez realizada la hominización.

Los legisladores y autoridades que intentan imponer agendas internacionales totalmente contrarias a la razón, a la ciencia, a la biología y a la misma evidente realidad, promoviendo el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el cambio de sexo, el uso legal de drogas o cosas similares, invocando una pretendida "modernidad", o el recurso a sistemas caducos y probadamente erróneos, están llevando al país a un retroceso o involución y debenser retirados de sus función legislativa para ser sustituidos por quienes estén dispuestos a asumir la responsabilidad de llevar al país a un crecimiento auténtico. La situación de la pandemia nos llama a adaptarnos a una nueva realidad y encontrar nuevos rumbos sin perder lo humano; una sana antropología no niega sino asume lo positivo del pasado y reconócela perenne naturaleza humana que desarrolla en base a un modelo arquitectónico maravilloso llamado "imago Dei" (imagen de Dios). Sin embargo y dado que la responsabilidad de hacerse humano, pasa por el uso adecuado de su inteligencia y libertad, este progreso corre siempre el riesgo de desviarse, detenerse, regresarse o hasta destruirse.

Para hacer una nueva revolución que retome los caminos del progreso, hay que participar activamente en el ámbito público, político y social. Si valoramos las acciones de muchos hombres y mujeres que con sus virtudes e incluso con sus defectos, han participado decididamente en la construcción y desarrollo de nuestra Patria, especialmente en los momentos más decisivos de la historia como lo ha sido la Revolución Mexicana, debemos reconocer que actualmente muchos no han sabido seguir los caminos de paz y concordia. Una nación es siempre un proyecto no acabado, mucho menos perfecto, pero la tarea es construir un México justo y solidario. Exigencia ineludible es optar por la participación, retomar la lucha por una nueva revolución que encuentre sentido y significado a la vida y su realización plena.

La Revolución Mexicana ha marcado nuestro pasado y ha preparado lo que actualmente somos. Es además una llamada a renovar nuestra identidad en medio de esta "involución" y a entrar en un proyecto que permita reproponer lo más valioso de lo que hemos sido para poder construir un auténtico progreso. Estemos orgullosos y agradecidos de nuestro pasado; sigamos nuestro camino ante nuevos horizontes de auténtico desarrollo humano.

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