Alo largo de la historia la mujer ha buscado un lugar en el mundo del deporte, muchas de ellas han escrito su nombre en letras de oro en las diferentes disciplinas deportivas,
su alto desempeño ha sido fundamental para que poco a poco su categoría ocupe reflectores, en parte mucho se debe a destacadas participaciones individuales y también al acortamiento de margen entre las marcas, en la memoria quedan las actuaciones de Nadia Comanecci en las Olimpiadas de Canadá, hechos como este motivaron a miles de niñas a iniciarse en el exigente deporte de la gimnasia, influencia que hizo camino y que aumento el número de seguidores de esta disciplina en los Juegos Olímpicos, muchas otras mujeres han destacado y marcado el camino, hoy ver un partido de tenis nos muestra el avance competitivo, en nuestra comarca tenemos destacadas exponentes del boxeo femenil con dos campeonas mundiales “La Rusita” Rivas y “La Cobrita” Luna. Pero vayamos más allá del ámbito deportivo, la participación de la mujer en diferentes profesiones es cada vez más apreciada, algo que socialmente quisiera en lo personal que sucediera en nuestro país, pero también debemos apreciar a la mujer que sin ostentar un titulo profesional es base en el sostén de su familia, que demuestra dignidad en sus actos y que con mucha dedicación cuida de su familia y desempeña con entrega su trabajo, la mujer merece sin que se tenga pedir el reconocimiento y respeto de la sociedad, entendiendo esto en cada uno de los sectores que la conforman.
Hace años recibí un hermoso correo en donde el director de orquesta italiano Ricardo Muti concede un bis o repetición del aria “Va Pensiero” durante la representación de la ópera Nabucco, acto inusual en este tipo de género musical, al acceder a repetir el aria hace un llamado a las autoridades por el recorte al presupuesto para la cultura en Italia a los políticos asistentes, entre los que se encontraban presentes el presidente de esa República y su ministro de cultura, este momento provocó que la totalidad del público acompañara cantando de pie a lo que se considera el segundo himno nacional de Italia, arrojando papeles con mensajes patrios de la galería y balcones a la sección de la orquesta en uno de los momentos más emotivos de la historia, en donde el pueblo reclama sus derechos. Sería igualmente significativo si en nuestras casas, negocios, instituciones, etc., colocáramos una bandera verde, blanca y que, con mucho respeto, aunque fuera solo en fechas elegidas añadiéramos el color rosa de identidad, esperanza y paz buscando el alto a los feminicidios, al maltrato y en reconocimiento a la mujer. ¡Hasta la próxima!
Jorge Mario Galván Zermeño // [email protected]
