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¿Por qué no debemos etiquetar a nuestros hijos?

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LUCY HOP

Dicen por ahí que el hijo que más te cuesta trabajo es el que más te necesita…

Yo digo que los hijos ¡siempre! cuestan trabajo, y también siempre nos necesitan. Pero es cierto que hay épocas en las que se ponen particularmente complicados: la edad de retarnos continuamente, la de ponernos los ojos en blanco y ya en casos más avanzados la de la guerra campal abierta en la casa.

Pienso que las épocas "difíciles" son en realidad causadas por la necesidad de que les hagamos caso. Mi teoría es que si no lo obtienen naturalmente, entonces harán todo lo posible por llamar nuestra atención… berrinches, portazos, problemas graves de conducta e incluso en casos mas graves recurrir a las drogas, embarazos o desórdenes alimenticios… "cualquier cosa con tal de que mis papás me hagan caso y me volteen a ver.

Siempre me he preguntado ¿qué tanto somos nosotros los padres los que provocamos que estas conductas se vuelvan "peores"?

Y es que, desde el día que nacen, tenemos la pésima costumbre de etiquetarlos y ellos, que lo que más quieren en la vida es ser aceptados por nosotros, harán todo lo posible por cumplir con nuestras "expectativas".

Yo, por ejemplo, siempre fui "la difícil" para mi mamá … Me acuerdo perfecto del enojo y del compromiso que con toda la inmadurez de mis 15 años me hice a mi misma de decir "ah… ¿difícil? …te voy a enseñar lo que es ser difícil mamá…" y sí fui, muy difícil. Ninguna de las dos la pasó bien durante un buen rato.

A todos estos años de distancia y teniendo hijos yo también puedo entender perfectamente que mi mamá no lo decía con ánimo de ofenderme, simplemente se desahogaba, como lo hacemos todas. Lo digo de corazón cuando digo que no le tengo ningún rencor, aunque mentiría si no dijera que me llevó varias horas de terapia lograrlo.

Por eso, puedo entender lo que siente un hijo cuando le ponemos una etiqueta y lo que consciente o inconscientemente sucede cuando lo hacemos.

Y por eso pienso que "el gruñón" en realidad lo que tiene es que está profundamente enojado y muy probablemente abandonado. Y "el chillón" o "el que tiene mamitis" tiene miedos o apegos y necesita ser reafirmado. La del carácter "difícil" en realidad es alguien que quiere resolver las cosas distinto y necesita espacios para definirse y sentirse aceptada y querida, incluso, si es diferente. La "jetona" lo que tiene es que está frustrada porque le falta que le hagan caso y sus jetas son resentimientos, o un mecanismo de protección para fingir que no está completamente triste por dentro. El "peleonero" cree que necesita ganar todas las batallas para ser aprobado. Y "el simpático" necesita siempre ser el centro de atención para asegurarse de que lo vean, de que lo validen… de que existe.

Las etiquetas son la salida fácil con las que los papás nos explicamos las conductas de los hijos que no podemos, o queremos, manejar, o el estándar de perfección en el que queremos que se queden por siempre para sentirnos satisfechos y muy orgullosos de haber criado personitas tan "exitosas" y, obvio, de nosotros mismos.

Y sí, efectivamente es más fácil ponerle nombre a algo y catalogarlo que tratar de entender qué es lo que hay detrás, especialmente cuando lo que hay detrás somos, evidentemente, nosotros.

Mejor echarle la culpa al carácter del pobre niño que entender que, muy probablemente, sus conductas son puros mecanismos de sobrevivencia para ser aceptados o de asegurarse de no pasar desapercibidos.

Debemos de pensar que esas características que muchas veces los definen se volverán a la larga en esas cualidades que los llevaran al éxito en sus carreras y entender que lejos de ser defectos son su motor para ser alguien en el futuro.

En lugar de chillón es hipersensible y eso lo hace un artista, un creador increíble.

Y el metiche es tan observador que se convierte en detective privado o un escritor ganador de premios.

Y la mandona, es una líder nata capaz de hacer cosas extraordinarias e inspirar.

Y la marimacha resulta ser una atleta mundial de alto rendimiento.

Y el sabelotodo un político extraordinario.

Y la "pickyeater" tiene un paladar tan sofisticado que se vuelve una premiada chef internacional.

Y el loco un premio nobel de física.

Y el peleonero un abogado que sabe argumentar con contundencia y ganar todos sus casos.

Y el codo un contador preciso y eficiente.

Y que tal que la que está siempre en la luna… logrará llegar a ella un día…

Que triste sería que, al catalogarlos, estuviéramos en realidad aplastando la mejor parte de su esencia y sus mejores cualidades; Cuando los hijos están "fuera de control" "chillones" "berrinchudos" " mal portados" o "de malas todo el día" lo que muy probablemente necesitan es que les digas que los quieres o que no les digas nada, y simplemente los abraces.

Disfruten el momento y a estas personitas increíbles llenas de ideales, de pasión, de seguridades e inseguridades, de humores cambiantes y hambre permanente. Maravíllense ante la oportunidad de ver un adulto en formación, una persona construida, en gran parte, por ustedes.

Si queremos que sean la mejor versión de ellos mismos enfoquémonos entonces por favor en ayudarles a potencializar sus personalidades y llenarse de orgullo de ser quiénes son y exactamente como son.

Tratemos de entender la emoción detrás de las conductas y lo indispensable que son nuestros abrazos y nuestra contención, sin importar la edad que tengan y ni que cada hijo nos necesite de manera distinta.

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