Cuando miras el reloj, ya es la hora de cenar, cuando te das cuenta, ya llegó el fin de semana. Cuando somos niños miramos a nuestros abuelos y decimos:
¿Cuánto me falta para llegar a su edad? Cuando miras para atrás te preguntas: ¿Cómo puede ser que los años hayan pasado tan rápido?
Sin darte cuenta, los años pasan y casi siempre dejamos para mañana las cosas que son verdaderamente importantes en la vida.
Por ejemplo, pasar más tiempo con los hijos, disfrutarla familia, pasar más tiempo con los amigos. Muchos gastan los mejores años de sus vidas detrás de los negocios, el dinero, sin pensar que un día, la vida se termina, dejando lo importante para después.
Si pudiéramos erradicar de nuestro lenguaje la palabra después, más tarde o más adelante, ¿qué pasaría?
Hoy fíjate cómo nos comportamos: Después te llamo, más tarde lo hago, un día de estos voy a ocuparme de mis hijos. Dejamos todo para después, como si el después fuese la solución.
Debemos entender que el después cambia la prioridad.
El después te hace perder el encanto, el después te hace llegar tarde, el después hace que los hijos crezcan y no los puedas disfrutar. El después hace pasar el tiempo y hace perder la oportunidad de vivir.
Y lo más importante: No dejes para después la oportunidad de decirles a tus seres queridos que los amas, que los quieres y que los aprecias.
El tiempo es como un río, nunca podrás bañarte en la misma agua porque la corriente se la lleva y jamás podrás recuperarla.
Recuerda que ayer y mañana no existen, el día es hoy.
¿Y tú, qué opinas acerca del tiempo y el después?
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