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PIÉNSALO, PIÉNSALO

EL SILENCIO Y EL TIEMPO

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Una pausa, el tiempo de la reflexión. Una pausa en calma. La pausa en la que nos ponemos de acuerdo para hacer un "break". Y el silencio poco a poco se impone a nosotros mismos. El silencio no es reservado solo a los monjes y a los religiosos; en nuestro mundo en perpetua e intensa actividad, no nos damos el tiempo suficiente para detenernos, para concedernos una pausa. ¡Qué lástima! ¿Corremos como si quisiéramos atrapar el tiempo perdido? ¿el tiempo que nos queda?

Démonos el tiempo de meternos en pausa, de reflexionar. Hay preguntas fundamentales que hemos dejado sin responder: ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿Qué queremos?...

Somos creación de Dios, para Dios y llamados a la felicidad. Pero si nuestra felicidad se hace haciendo felices a los demás, entonces busquemos el tiempo para encontrarnos, buscarnos, reencontrarnos. Estamos perdidos en este mundo que va demasiado rápido.

Es cierto que vamos hacia Dios, pero no hay que hacerlo demasiado rápido, démonos el tiempo de escuchar sus orientaciones, sus planes, aquello que nos conducirá hacia la Luz verdadera, aquella que nos conducirá hacia la vida en plenitud, pero no vallamos cuando todavía no es la hora. Dejémosle el tiempo al Señor del tiempo; No nos vallamos a equivocar de camino por andar con las prisas.

El que es ayer y hoy; el que es el principio y el fin; el que es el alfa yla omega y a quien le pertenecen el tiempo y la eternidad, es también el dueño de este 2021, con todo lo que trae encima de crisis sanitaria, ecológica, social, política y religiosa. Lo sabemos: aún respetando la libertad y las leyes de la naturaleza, Dios escribe derecho en renglones torcidos. Él ha intervenido en el tiempo que es suyo, ha vencido la muerte y ha iluminado con su luz las tinieblas del pecado. La historia en sus manos es historia de salvación.

No obstante todas las vicisitudes, él va a regresarnos al camino correcto, lo necesitamos en este extravío antropológico que caracteriza la nueva época; él va a reconducir a los extraviados para regresar al camino; para regresar a él que es "el camino". Sin cesar nos busca para recuperarnos, para ayudarnos. Nosotros somos sus hijos, y va a perdonarnos una vez más.

En este camino haremos pausas con música de fondo que acompaña los cánticos que enmarcan añoranzas: Dios es bueno, el volverá a recuperar a las ovejas perdidas.

Tomémonos el tiempo para vivir, para reír, para llorar, para jugar. Dios está presente en nuestras vidas; somos habitados por su presencia divina. En este tiempo de Pascua, retengamos, recuperemos la presencia de Dios iniciada desde nuestro bautismo. Que nuestra luz interior guíe nuestros pasos y los de los demás.

Agradézcase esta pausa que se ha tomado para hacer conciencia del mensaje de Pascua: Dios está vivo con nosotros. Está en nuestra historia. No estamos a merced del "cronos" repetitivo y fatal, sino de los "kairoi"; los signos de la intervención de Dios en la historia. Mírese a si mismo, entre en el mundo de grandeza y serenidad que está dentro de usted; un mundo de realidades sobrenaturales que no se ven cuando corremos; cuando no hacemos silencio; que se ocultan a los ojos de la fe. Mírese, pero mírese con toda la capacidad de sus ojos y de su alma; descubra la belleza de quien dentro de nosotros también nos mira, nos penetra y nos transfigura. Entonces, de cara a la luz, nos convertimos también en luz. Nos deificamos cada vez más y nos asemejaremos a aquél que se hemos encontrado en el silencio.

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