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¿Realmente es nuestro?

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OSCAR PARRA SILVA

Cuando me preguntaban si estaba a favor o en contra de la Superliga, respondía argumentando que la magia de una Copa del Mundo es que se disputa cada cuatro años. Lo mismo sucede con las grandes hazañas que vemos en la Champions League, sin embargo, el problema va más allá de tener partidos memorables cada tantos meses.

A estas alturas, parece que el terremoto de la Superliga ha pasado. La noticia que estalló por la tarde del domingo no dejó de hacer eco conforme avanzaba la semana. En sí, la idea no es mala si la vemos como consumidores de futbol. Que no venga la FIFA o la UEFA a hacerse los buenos cuando ellos mismos han estado involucrados en escándalos por corrupción y peor aún, han explotado el negocio con inventos de torneos como la Liga de Naciones o la expansión de participantes en Mundial y ahora en Champions League.

Es verdad que nuestro contexto no es el mismo que del aficionado del Brighton, Cádiz o Torino, para ellos tiene sentido que estén estos 12 “grandes fundadores” (Atlético, Barcelona, Real Madrid, Inter, Milán, Juventus, United, City, Liverpool, Chelsea, Arsenal y Tottenham) en su liga nacional porque es con ellos que pueden medirse y aspirar a competir.

Además, no sería rentable para las televisoras costear esos contratos. Y aunque el proyecto original de Florentino Pérez, presidente de la Superliga, era que este formato se disputara entre semana (como una Champions) lo cierto es que las respuestas de los organismos fueron amenazas de veto contra esa docena. 

Se alega que el problema es que el futbol ya no interesa a las nuevas generaciones. Y coincido. ¿No recordamos esa imagen del aficionado guerrero leyendo un libro en el TSM?

No pretendo exigir que cada persona en el estadio aliente gritando y brincando como si fuera una barra de un club sudamericano, pero la situación es real. Y ese alejamiento del hincha con su club se ha dado porque cada vez parecen más lejanos los jugadores, es complicado tener sesiones de entrenamiento abiertas o los precios de entrada a los estadios se han elevado.

SEGUNDO TIEMPO

Ahora, en Inglaterra, luego del anuncio oficial que dieron los integrantes del Big Six, se vieron aficionados protestando y colgando mantas de rechazo a la Superliga a las afueras de los estadios. El momento dio pie a impulsar el discurso en contra de los Glazer, propietarios del Manchester United, luego de que Ed Woodward CEO de los Red Devils, anunciara su renuncia. Parece que las aficiones se unieron, como también lo hicieron los futbolistas del Liverpool lanzando ese comunicado. Y esos dos actores son los principales en esta obra: futbolistas y aficionados.

Y estar en contra de la Superliga no significa estar del lado de la FIFA o la UEFA. Es entender que aunque te guste la idea de disfrutar encuentros increíbles cada semana, perjudicas el espíritu de competitividad del resto de equipos o que atentas contra el sueño de aficionados que esperan que las grandes figuras visiten sus estadios para verlos más de cerca, sobre todo en una sociedad que tiene tan arraigados sus valores futboleros como lo es la inglesa.

Ahora, habrá que esperar a ver cómo se desarrollan estas sanciones en contra de los clubes fundadores. La hostilidad y las amenazas no dejan de crecer con las declaraciones de directivos sobre las represalias que tomarán a nivel continental y nacional con estos equipos. La incertidumbre existe, pero también ahí están las aficiones que rápidamente salieron a reclamar lo que es suyo: el futbol.

TIEMPO EXTRA

En Inglaterra se maneja la posibilidad de que se unifique la Premier League con el futbol escocés, agregando a clubes históricos como el Celtic o Rangers a la competición inglesa.

Oscar Parra Silva // [email protected] 

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