Estamos en el tiempo muy cercano al equinoccio de primavera, que ocurre cada año en un momento próximo al día 21 de marzo. Esta vez fue el día 19, según leí en El Financiero el pasado lunes.
Equinoccio significa literalmente "noche igual", pero el lector podrá preguntarse: ¿igual a qué? y el escribidor le responde: ¡pues al día! Es decir, en esta fecha, el día tiene exactamente la misma duración que la noche.
Usted se habrá dado cuenta que, a partir del 24 de diciembre, paulatinamente, la luz del sol fue cambiando: unos días amanecía un poco tarde, y en unas cuantas semanas nos percatamos de que el amanecer se hacía cada vez más temprano, a medida que se acercaba la primavera, como estuvo sucediendo a través del primer trimestre de este 2024.
En un momento dado tenemos el equinoccio, es decir, cuando la noche es igual, en duración, al día: doce horas exactas cada uno, pero cada vez sigue habiendo más horas de luz hasta que llega el solsticio, el día más largo del año, cuando inicia el verano.
Aequus, en lengua latina, significa igual. No confunda esta palabra con equus, que quiere decir caballo, algo que poca o ninguna relación tiene con la palabra que estamos comentando, porque, aunque en latín se escriba Aequus, sigue pronunciándose como si se estuviera hablando de un caballo, pero el contexto nos orientará hacia lo correcto si se trata de los movimientos solares en el cielo.
Luego viene el vocablo latino nox, cuyo genitivo es noctis, y cuando estas voces se juntan dan la palabra española equinoccio. Usted ya sabe, pues, el significado y la procedencia en castellano de este concepto.
Algunos místicos se exponen al sol en los equinoccios y en los solsticios para recibir buenas vibras, pues afirman que en esos precisos días la energía del sistema solar es propicia para llenar de fuerza positiva a nuestros organismos.
No falta quien diga que el equinoccio ocurrió el pasado día 19 en punto de las 21:06 horas, pero lo que ocurrió en ese momento exacto fue la entrada de la primavera, pues el equinoccio dura 24 horas, ya que es cuando el día y la noche tienen exactamente doce horas cada uno, ni un minuto más, ni un minuto menos.
La contraparte del equinoccio es el solsticio, esta última palabra expresa que uno de los dos elementos del tiempo dura más que el otro, es decir, durante ese periodo el día tiene mucho más horas y minutos que la noche, o bien, cuando la noche dura más que el día. Lo primero ocurre alrededor del 21 de junio, lo segundo, cerca del 21 de diciembre.
La palabra solsticio ya se usaba cuando los romanos eran amos y señores del mundo mediterráneo. Este vocablo procede del sustantivo latino sol, con el mismo significado en español, y el participio también latino statum, que significa estático, inmóvil. En el sentido etimológico tendría que significar el momento en que el sol está detenido, y así se vería, según los antiguos, desde nuestro planeta, pero según la explicación de la ciencia a partir de Isaac Newton, la tierra es lo que se mueve, como lo afirmó, en secreto y para sí mismo, don Galileo Galilei.
El hecho es que el sol no se queda estático, pero así les parecía a los astrónomos y astrólogos antiguos cuando el día duraba más tiempo que la noche, de modo que ya no podía seguir aumentando su tamaño en el tiempo, pues a partir de esa fecha exacta, la del solsticio, el día empezaba de nuevo a disminuir hasta que llegara el siguiente equinoccio, y así seguía sucediendo hasta el nuevo y contrario solsticio. En realidad, la tierra es la que se mueve, como lo refieren Newton y Galileo, pero los antiguos, y por comodidad o pragmatismo los modernos hasta la actualidad, hacemos la referencia con relación al observador, desde nuestro planeta, y decimos que prestamos atención a los movimientos del inmóvil sol a través del cielo, y su caída en el horizonte.
