Reciben Premio de Artesanías
Durante una ceremonia realizada este martes al mediodía, en la Casa de la Cultura de Gómez Palacio, Ernestina Gamboa, el Instituto de Cultura del Estado de Durango (ICED), entregó los reconocimientos a los ganadores del XIX Premio Estatal de Artesanías Durango Santos Vega Camargo Región Laguna.
Este certamen está dirigido a los artesanos provenientes de la región lagunera de Durango y en él participaron creadores en técnicas como la alfarería, textiles, cerámica, cestería, juguetería, cartonería y papel, joyería y talabartería.
En el evento, realizado en el marco del Día Internacional del Artesano, estuvieron presentes Absalom Ruiz, director de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio y Sindy Bueno, jefa de la Unidad Regional de Culturas Populares.
Sobre los reconocimientos, el Premio Categoría Tradicional, de 25 mil pesos, fue entregado a Ruth Alejandra Rodríguez Soria, proveniente de Gómez Palacio, por la pieza denominada “Gabán de lana”.
Mientras que el Premio Categoría Innovación, de 15 mil pesos, fue para Argimiro Jáquez Santillano, originario de Rodeo, por la “La Silla de Rodeo”.
Finalmente, el Premio Categoría Recuerdo, de 10 mil pesos, se otorgó a Marco Antonio de la Rosa Pérez, habitante de Nazas, por su pieza “Nasa”. Así mismo, se informó que las piezas pasarán a formar parte del patrimonio de la Casa de la Cultura gomezpalatina.
LEGADO Y TRADICIÓN
Sobre su pieza, don Argimiro Jáquez Santillano, quien hoy ostenta 75 años de edad, compartió los detalles de su trabajo artesanal. Comentó que empezó en este oficio hace medio siglo, gracias a la instrucción de su suegro.
La silla que concursó se encuentra elaborada con bambú, pero aseguró que sus manos también son capaces de fabricar lavaderos de madera, bateas, sillas, mecedoras, tortilleras, prensas y aros para queso, bancos de tres patas y cucharas de palo.
No obstante, lamentó que pese a que está dispuesto a compartir sus conocimientos, la rama de las artesanías no llama la atención de los jóvenes en Rodeo.
“No quieren, quieren que les pague uno. Yo les digo: ‘Enséñense y ustedes luego ponen su taller propio’, pero pues no, no quieren. Pero mis tres hijos ya saben hacer esto”.
Fue uno de sus hijos quien lo convenció de no vender su herramienta, luego de confesarse ya estar algo cansado y decepcionado de su labor como artesano. Y aunque el cansancio lo aborda por la edad, él continúa “echándole ganas”.
“Me gusta mucho esto, porque es un trabajo muy honrado, muy bonito, pero hay mucha gente que no aprecia la artesanía”.
